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Mundo disruptivo

MUNESH MELWANI, SOCIO-DIRECTOR GENERAL DE CROSS CAPITAL EAFI

17-09-2018

Ya no se trata solamente de ver cómo nuestros hijos se comunican más por medios digitales que personalmente, o que cada vez acudimos menos al banco físicamente y maximizamos las gestiones por la vía online, que los coches tienden a ser eléctricos, la TV es digital y multidispositivo, etc., la disrupción es mucho más, lo envuelve todo y afecta a todos los sectores de actividad económica.

Comparto algunos datos con ustedes, de estudios y fuentes fiables, que a mi me han sorprendido: en 2017, habían más de 20.000 millones de dispositivos conectados y aproximadamente cada semana se añadían 50 millones; la mitad de los datos existentes en el mundo, fueron creados el año pasado, si bien solo el 0,5% de los mismos fueron utilizados o analizados; el mercado de la inteligencia artificial, según McKinsey, crecerá a un ritmo interanual del 50-60% en el período 2017-2025; los coches autónomos serán capaces de reducir emisiones de gases en un 66% y espacio de parking en un 48%; el eSports (videojuegos a modo competición) es tan popular que 60 millones de personas vieron la final del juego Leage of Legends en 2017, que suponen más telespectadores que la final de la NBA y los Oscar conjuntamente; la agricultura vertical (en edificios) pude producir la misma cantidad de alimentos que una finca de aproximadamente 400 hectáreas y con un 95% menos de agua necesaria y sin pesticidas; esto es una pequeña muestra, pero la revolución tecnológica lo está cambiando todo.

Pero ¿qué se entiende por tecnología disruptiva? El concepto fue popularizado por Clayton Christensen en 1997, en su libro “El dilema del innovador”, y es “una innovación que crea un nuevo mercado y eventualmente disrumpe un mercado existente”. Vayamos por sectores para hacernos una idea de lo que se cuece: (i) Agricultura: el cultivo de precisión con la utilización de drones, sensores inteligentes, visión geoespacial para estimaciones meteorológicas, monitorización en tiempo real de la cosecha, cultivo vertical; (ii) Automoción: vehículos eléctricos, conducción autónoma, interconexión de vehículos inteligentes; (iii) Seguridad y Privacidad de los datos: sistemas anti-hacking, etc.; (iv) Educación: programas online, híbridos, plataformas educativas interactivas; (v) Financiero: la irrupción de las fintechs, criptomonedas, pago sin dinero físico; (vi) Alimentación: plataformas de comercio electrónico, B2C; (vii) Salud: cirugía robótica, diagnóstico por imagen, nuevos canales de distribución; (viii) Industriales: impresión 3D, algoritmos de predicción de almacenamiento, analítica de datos; (ix) Metales y Minería: nuevas utilidades del litio, el grafito, diamantes sintéticos y aplicación del blockchain; (x) Energía: reorientación ante la evolución de la automoción hacia lo eléctrico, utilización de la robótica y de la conectividad; (xi) Inmobiliario y construcción: edificios verdes, urbanismo inteligente; (xii) Comercio minorista: venta online, uso del big data, efecto sobre tiendas tradicionales, eSports, impresión 3D de productos de gran consumo; (xiii) Marítimo y Logística: automatización de terminales de carga portuaria, barcos autónomos: (xiv) Tecnología: automatización, robótica, computación algorítmica, big data, nanotecnología, el internet de las cosas; (xv) Telecoms: reorientación hacia los contenidos, 5G, infraestructuras; (xvi) Utilities: tecnologías en apoyo de las energías renovables.

Desde el punto de vista de la inversión, en todos estos campos habrá ganadores y perdedores; se trata de identificar desde ahora las empresas disruptivas, los “game changers”, los Google, Amazon del futuro cercano. En esto estamos nosotros, es nuestra labor. Tenemos la suerte de formar parte este gran cambio, aprovechémoslo para vivir mejor y de forma más eficiente.