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La inversión inteligente

MUNESH MELWANI, SOCIO-DIRECTOR GENERAL DE CROSS CAPITAL
30/10/2022

Probablemente conocerán un libro mundialmente famoso titulado “El Inversor Inteligente”, escrito por Benhamin Graham en 1949, profesor de Warren Buffet en la Universidad de Columbia en Nueva York y considerado como el padre del Value Investing, disciplina de inversión que protege a los inversores de cometer errores sustanciales y les enseña a implementar estrategias de inversión a largo plazo para capitalizar sus ahorros en el tiempo. Les aconsejo su lectura.

Más allá del libro, llevemos a la práctica lo que a nuestro modo de ver supone invertir de forma inteligente. Los elementos clave a la hora de invertir son, por sintetizar, el control del riesgo y la consistencia en resultados. Hacer dinero en los mercados puede resultar fácil, dado que más allá de los vaivenes, hay períodos de 7 u 8 años, incluso décadas alcistas, pero lo complicado es hacerlo teniendo el riesgo bajo control, esto es, si posicionamos una cartera para que proteja bien el patrimonio cuando el sentimiento inversor es negativo y los activos financieros pierden valor, existe una probabilidad decente de que la cartera lo haga bien cuando el mercado se dé la vuelta.

Entendemos por control del riesgo: limitar el apalancamiento en la cartera, el riesgo asociado a las compañías en las que invertimos y el de los instrumentos escogidos para ganar exposición a las mismas, en definitiva, la probabilidad de perder capital invertido de forma irreversible o difícil de recuperar. La realidad es que el inversor común suele asumir riesgos superiores a los que debe, ganando más dinero cuando los mercados son alcistas, pero perdiendo mucho más cuando son bajistas, como ocurre actualmente. Se da una asimetría, y resulta que es mejor obtener resultados más consistentes y estables en el tiempo, conociendo bien dónde uno está invertido. Por otra parte, no se trata de acertar el momento de invertir, esto es ridículo, sino más bien de estar tiempo invertido.

Al margen de lo anterior, hay que ser un poco contrario a las masas, entendiendo mejor los excesos de la psicología inversora de la mayoría, no siendo parte de ésta y aprovechándonos de la situación, dado que en los mercados el sentimiento inversor va desde el optimismo al pesimismo, y viceversa, cuando la realidad nunca está en un extremo o en el otro. De forma, que cuando todo el mundo es pesimista y no hay esperanzas positivas, normalmente es cuando hay que invertir, y, al contrario. Estas oportunidades no surgen muy frecuentemente, pero cuando se producen, conviene aprovecharlas.

A las compañías les afectan los distintos ciclos económicos y en diferente medida en función de su apalancamiento financiero y operativo. Los precios de las acciones de una compañía fluctúan mucho más que los resultados de esta en el tiempo ¿por qué? Psicología pura. Los inversores sobrereaccionan negativamente ante malas noticias y positivamente ante buenas. Es lo que explica la volatilidad.

Lo menos importante es el corto plazo: qué han hecho hoy mis acciones, cuál será del dato del PIB, si vendrá una recesión, si el banco central subirá tipos…todas consideraciones a seis meses vista. Los inversores deben invertir a largo plazo, a 10, 20 o 30 años. ¿qué importa el corto plazo? Si se adoptan decisiones basadas en lo que uno piensa qué pasará a corto plazo, habitualmente se cometen errores, vender en el peor momento de sentimiento negativo y comprar cuando la tormenta ha pasado…es decir, cuando ya el mercado ha realizado un recorrido alcista. Conviene cambiar el chip, no perder de vista ni el horizonte temporal ni el objetivo de inversión.

Para ser un inversor que alcance resultados superiores a la media, necesariamente se ha de tener una ventaja en términos de conocimientos adquiridos o técnicas de inversión. Piénselo, si no es el caso, lo aconsejable delegar la gestión de su patrimonio en favor de un profesional experimentado que sí posea esta ventaja.

La inversión responde ante 2 factores: (i) los fundamentales, esto es, lo que sucede con las empresas y la economía, ventas, beneficios, valoraciones, macro, etc. y (ii) la psicología inversora, esto es, cómo reaccionarán los inversores en cada momento. Lo difícil es averiguar qué eventos futuros están ya recogidos en los precios de mercado y actuar en consecuencia. Actualmente, en líneas generales, los precios están ajustados a una valoración digamos razonable, se han eliminado los excesos (meme stocks, crypto, spacs, tecnológicas no rentables, etc.) y los mercados han corregido ante el contexto macro, la notable inflación, el endurecimiento de las políticas monetarias, los conflictos geopolíticos, etc. No obstante lo anterior, existen oportunidades aprovechables.

Lo importante es configurar una cartera con vocación de largo plazo que se adapte a sus necesidades vitales. Para ello, resulta aconsejable dejarse acompañar por un asesor financiero profesional y registrado (EAF). Piensen lo siguiente: si para los temas fiscales y legales, se apoyan en asesores especialistas, para los temas financieros, ¿conviene intentarlo uno mismo? ¿acudir directamente al punto de venta? Recuerden, los vendedores no asesoran.