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La inflación en EE.UU. anima los mercados

CAROLINA CASTELLANO, MARKETING Y COMUNICACIÓN
14/08/2022

Este pasado miércoles las presiones inflacionistas han dado un leve respiro tras la comunicación del índice de precios al consumo de EE.UU., que aumentó un 8,5% interanual en julio, un incremento más lento que el de junio, que alcanzó dato histórico con un 9,1%. Esta cifra superó las expectativas de los economistas, que esperaban una subida anual del 8,7%, pero gracias a la bajada de los precios del crudo se obtuvo un mejor dato, aunque la inflación sigue estando cerca de los máximos de los últimos 40 años. Con este último dato de IPC, muchos analistas esperan que el ritmo de subida de los precios en la mayor economía del mundo haya tocado techo y comience a desacelerarse, lo que reconfortaría tanto a la Reserva Federal, como a la administración de Joe Biden.

Aun con este repentino halo de esperanza, es poco probable que los datos representen un cambio lo suficientemente grande como para impedir que la FED siga adelante con un endurecimiento más agresivo de la política monetaria para reducir la inflación. El presidente de la Reserva Federal, Jay Powell, ha dicho que el banco central estadounidense está buscando pruebas “convincentes” de que la inflación se está acercando a su objetivo del 2%. Por su parte, la medida básica del IPC -que elimina los precios más volátiles de los alimentos y la energía y es la más vigilada por la FED- también registró un inesperado y pequeño aumento mensual del 0,3%, frente al 0,7% de junio. Sin embargo, en términos anuales, subió a un ritmo sin cambios del 5,9%.

Una posible desaceleración sostenida de la inflación podría significar que el banco central no necesitara seguir subiendo los tipos de interés a un ritmo pronunciado durante un largo periodo. Esto podría hacer más probable un posible “aterrizaje suave” de la economía estadounidense, evitando así la recesión. A principios de esta semana, la FED comunicó que su encuesta de consumidores mostraba un descenso de las expectativas de inflación, lo que también sería un factor importante en el proceso de toma de decisiones políticas. Los operadores consideran alentadores los datos del miércoles y prevén una menor subida de los tipos de interés en los próximos meses. Se espera que el banco central eleve los tipos al 3,4% a final de año, frente al 3,6% anterior a la publicación del informe. También cayeron las apuestas de que la FED subiría los tipos en 0,75 puntos porcentuales en su reunión de política monetaria de septiembre.

Como respuesta a estos datos, la jornada del miércoles en Wall Street arrancó en verde, con las acciones de EE.UU. disparadas: el índice S&P 500 subió un 1,7% en las primeras operaciones; el Nasdaq Composite, que incluye acciones tecnológicas más sensibles a los cambios en las expectativas de los tipos de interés, subió un 2,2%. La deuda pública estadounidense también subió, y el rendimiento de la nota del Tesoro a 10 años -un indicador del coste de los préstamos en todo el mundo- bajó 0,07 puntos porcentuales, hasta el 2,73%, según datos de Refinitiv. El rendimiento a dos años, sensible a la política monetaria, bajó 0,18 puntos porcentuales, hasta el 3,1%.

Tal y como hemos señalado, la caída del precio de las materias primas energéticas ha sido el factor clave que impulsó la desaceleración de la inflación, que ha tenido su efecto en términos de menores tarifas aéreas. Sin embargo, debemos seguir siendo cautelosos pues el precio de los alimentos y del alojamiento siguió aumentando más o menos en línea de los meses anteriores, lo que seguirá pesando en las finanzas de muchos hogares. Por otro lado, cabe resaltar que los datos sobre la inflación se publicaron tras un sólido informe sobre el empleo del viernes anterior, que disipó los temores de una recesión a corto plazo, pero sugirió que la FED estaba luchando por enfriar la sobrecalentada economía. Además, aún la inflación no recoge todo el efecto de los aumentos salariales asociados a esta creación de empleo tras la pandemia.    

En este sentido, el viernes el INE también publicó los datos de inflación en España, que contrariamente a EE.UU., parece no tocar techo y el IPC continúa ascendiendo hasta el 10,8%, +0,60% vs junio, registrando así la mayor subida desde 1984. Esta escalada en la inflación se debe en mayor parte por el continuo encarecimiento de los alimentos -que acumulan una subida del 13,5% en el último año-, así como por la inestabilidad sobre el precio de la electricidad y el gas. De momento, las medidas adoptadas por el BCE para combatir la tendencia alcista de la inflación parecen no haber surtido efecto. Será cuestión de tiempo, o no, pero seguiremos expectantes de cara al cierre de la temporada veraniega con el comienzo del mes de septiembre, en el que se producirá el próximo movimiento de la FED.