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Crecimiento empresarial

VALERIE LEWIS BENTO, SOPORTE DE NEGOCIO
24/10/2021

Una de las tareas que tienen las empresas -sin importar su tamaño -, y en la que ponen gran parte de sus esfuerzos y recursos, es el crecimiento. Las más pequeñas, luchan constantemente por ser más grandes, e incluso las grandes, por serlo aún más. La necesidad de crecimiento, más allá de los objetivos de toda empresa, viene propiciado en muchas ocasiones por la necesidad de realizar ajustes de la estructura de costes, tanto a nivel de proveedores, como a nivel de empleados. Precisamente es esto lo que las impulsa a buscar opciones y mejorar resultados para conseguir el tan ansiado breakeven, en donde los costes y gastos encuentran su lugar equilibrado en la balanza. Por tanto, el crecimiento debe ocurrir – en mayor o menor medida – si la empresa desea ser competitiva y estar en funcionamiento.

El crecimiento organizacional, tiene el potencial de proporcionar a las pequeñas empresas una amplia gama de beneficios, que incluyen una mayor eficiencia derivada de las economías de escala, un aumento del poder en la toma de decisiones y la capacidad para resistir a las fluctuaciones del mercado y con ello, una mayor tasa de supervivencia y beneficios, reforzando así el prestigio de los miembros del equipo desde el punto de vista del reconocimiento externo. Asimismo, desde fuera, el crecimiento empresarial se percibe como una señal de progreso y éxito.

No obstante, lo anterior, cada empresa conceptualiza el crecimiento a su manera y los parámetros para su medición son diversos. Dado que el objetivo final para la mayoría de éstas es la rentabilidad, se utilizan indicadores focalizados en los resultados, tales como, Ebitda/Ventas, ROE (Rentabilidad sobre Recursos Propios), ROA (Rentabilidad sobre Activo), ROIC (Rentabilidad sobre Capital Invertido). Otros empresarios, suelen utilizar sus propios criterios: el tamaño de balance, el crecimiento de las ventas, número de empleados, mayor cuota de mercado, etc., están entre los más comunes. En última instancia, las cifras se deben contextualizar según el desempeño de una empresa en relación con los objetivos fijados y las desviaciones frente a los mismos.

No podemos dejar de lado que, en su amplia gama, el crecimiento corporativo también incluye a aquellas empresas de nueva creación, es decir, que deciden comenzar su camino desde cero y aquí es donde nuestro archipiélago juega un papel destacable: el emprendimiento está en pleno auge. De hecho, el número de nuevas sociedades mercantiles en Canarias ha experimentado un crecimiento del 67,7% a junio vs el mismo mes de 2020 (41,8% a nivel nacional), hasta crear un total de 312 empresas, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

El crecimiento organizacional, trae consigo una dilución inevitable de esa capacidad de poner atención a todos los pequeños detalles del día a día, mientras que la dificultad de otras tareas aumenta simultáneamente. A medida que las organizaciones pequeñas crecen, también lo hacen las complejidades de la gestión. El desarrollo organizacional, entonces, puede requerir tanto o mayor planificación, esfuerzo y trabajo como lo hizo la etapa de arranque y puesta en marcha. Una empresa que experimente un crecimiento significativo verá sus operaciones transformadas de muchas maneras. Y, a menudo, serán las habilidades de planificación y gestión anticipadas del propietario, o CEO en su caso, las que determinarán si ese crecimiento es sostenible o si las limitaciones internas frenan ese crecimiento prematuramente.