Repaso del pulso global
29/06/2025
Si bien nos centramos en el análisis de los negocios y las compañías, no podemos ser ajenos al entorno macro y geopolítico que los condiciona. Y es que el mundo gira hacia una nueva era geoeconómica, lo que se ha venido a llamar “el nuevo orden mundial”. El reciente acuerdo entre EE. UU. y China para rebajar aranceles y desbloquear el comercio de minerales críticos marca un punto de inflexión tras meses de escalada. Pero no es un regreso al pasado: los conflictos militares activos, la fragmentación política interna y la competición tecnológica global consolidan un entorno de incertidumbre estructural.
El nuevo acuerdo con China suaviza la tensión comercial, rebajando el arancel efectivo promedio desde picos desorbitados hasta el entorno del 15 %, lejos del 3,2% promedio que regía durante la etapa Biden. Siguen vigentes gravámenes específicos —como el 25 % sobre acero y aluminio, pero se desbloquea el flujo de tierras raras e imanes esenciales para tecnologías clave. A pesar del respiro, el crecimiento proyectado para EE.UU. se modera al 1,5 %, afectado por los déficits gemelos y una política fiscal expansiva que eleva dudas sobre la sostenibilidad presupuestaria. La Fed, atrapada entre presiones inflacionistas y falta de visibilidad, podría mantener tipos sin cambios en 2025, si bien el mercado descuenta hasta tres recortes tras el verano y si fuera por Trump se acometería el primero ya mismo.
Por su parte, Pekín ha demostrado pragmatismo al facilitar el acceso a sus exportaciones estratégicas. Sin embargo, la economía doméstica continúa marcada por la atonía del consumo, la crisis inmobiliaria y un endeudamiento elevado. Su apuesta sigue clara: mantener el liderazgo en sectores como defensa, automoción eléctrica, IA y aeroespacial, al tiempo que refuerza sus vínculos con el Sur Global. Se estima que el PIB se estabilice en torno al 4 %, con impulso centrado en el frente externo.
La Unión Europea, marcada por una elevada polarización política y necesidad de liderazgo, avanza en su integración, pero en un contexto de alta tensión ideológica. Los debates sobre inmigración, fiscalidad común y defensa dividen al bloque. Aun así, se consolida el eje francoalemán, se retoman acuerdos con Reino Unido y se trabaja en la capitalización del mercado único. Si se evita una guerra comercial transatlántica con EE. UU., la Eurozona podría mantener un crecimiento en el entorno del 1%, con España destacando por su resiliencia derivada del sector servicios (primordialmente Turismo).
En este contexto, los países miembros de la OTAN han acordado elevar su gasto en defensa hasta el 5 % del PIB en 2032, un cambio de calado con implicaciones estructurales. No se trata solo de reforzar la disuasión frente a Rusia o estabilizar el flanco oriental, supone también que Europa deberá revisar su modelo fiscal, su arquitectura institucional y su capacidad de actuar como actor estratégico autónomo en un mundo menos cooperativo.
Por otro lado, destaca la India, la mayor democracia del mundo por su población, con un crecimiento estimado del 6,4 %. Una potencia en construcción que se posiciona como actor clave del nuevo orden. Ya no es solo una alternativa manufacturera a China, sino un socio estratégico que gana influencia en tecnología, defensa e inversión extranjera. Su reto: mantener el impulso mejorando competitividad, seguridad jurídica y desarrollo del talento.
No podemos olvidar los conflictos bélicos abiertos, ahora con el foco en Oriente Medio, pero con el telón de fondo de Ucrania. El reciente enfrentamiento directo entre Israel e Irán dejó más de 600 muertos y múltiples ataques cruzados. EE. UU. intervino bombardeando instalaciones nucleares iraníes, e Irán respondió atacando bases americanas en Qatar. Aunque se ha negociado un alto el fuego, el riesgo de escalada regional persiste, con implicaciones en los precios energéticos y el sentimiento de riesgo global.
En un entorno donde la geopolítica pesa tanto como los fundamentales, los inversores harían bien en reforzar la calidad de sus carteras. Optar por compañías con ventajas competitivas duraderas, balances sólidos y capacidad de fijación de precios es más importante que nunca. La liquidez selectiva —bien posicionada— no es debilidad, es opcionalidad. Porque en tiempos inciertos, no gana quien más se expone, sino quien mejor resiste y sabe cuándo actuar. Recuerden asesorarse bien.