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La difícil situación de Turquía

AARÓN RODRÍGUEZ Asesoramiento y Gestión Patrimonial en Cross Capital

 

27-05-2018

El Banco Central de Turquía se ha visto obligado a actuar de urgencia el pasado miércoles, tras otra nueva caída (-5,6%) en su divisa frente al dólar en una sola sesión. En el momento de escribir estas líneas, la lira turca acumula una depreciación del 25% frente al dólar en lo que va de año.

La subida de los tipos de interés en 300 p.b., desde el 13,5% al 16,5%, supone la mayor desde 2009 y puede ayudar a estabilizar la lira turca temporalmente, pero preocupa, y bastante, que esto no sea suficiente para sostenerla a medio plazo en vista de la situación política -hay elecciones convocadas para el próximo 24 de junio- y el desafiante contexto global al que se enfrentan los mercados emergentes. En particular, la reciente debilidad de la lira parece haber sido causada en parte por la ejecución de stop-loss en las posiciones del cruce try/jpy (lira turca/yen japonés), con una lira cada vez menos popular entre los inversores japoneses.

Debido a la presión que están soportando los países emergentes, causada principalmente por el aumento de las rentabilidades de la deuda del Tesoro de Estados Unidos, un dólar más fuerte y mayores precios del crudo, es probable que continúen aumentando las vulnerabilidades de estos países, que sólo se verán exacerbadas si la lira turca o cualquier otra debilidad específica de los mismos se reanuda o surge -como un conflicto armado, corrupción gubernamental, por ejemplo-. Por un lado, tenemos el riesgo de divisa local por el posicionamiento de opciones. En particular, existe una alta concentración de strikes (precios de ejercicio) en el dólar, euro y yen japonés frente a la lira turca. Esto recuerda a la experiencia de India en 2013, cuando los inversores institucionales poseían call vendidas -la venta de call es un tipo de transacción que otorga el derecho a comprar un determinado activo a una fecha determina con un precio prestablecido, donde el vendedor del derecho ingresa una prima como compensación-, con altos niveles de strike en el cambio dólar-rupia que eventualmente trajo consigo un impacto inmediato en el tipo de cambio spot o contado, ya que los inversores compraron dólares para cubrir sus posiciones de opciones. Por otro, si continúa la presión vendedora en los mercados locales de emergentes (como lo que vimos recientemente en Turquía), esto podría generar inquietud sobre un potencial VaR-Shock (Value at Risk), que viene a suponer una forma de medir la pérdida máxima que un mercado en su conjunto puede sostener durante un periodo de tiempo -el indicador combina el valor de mercado, la duración, la volatilidad del activo y sus correlaciones con otros activos, lo que genera una idea de la magnitud del movimiento actual- y es un indicador que los gestores de carteras y los inversores institucionales tienen en consideración. Recordemos que el último VaR-Shock fue el que vivió Rusia en diciembre de 2014, cuando los mercados financieros rusos tuvieron que hacer frente a una fuerte presión vendedora debido a la caída del petróleo y sanciones impuestas.

La inflación ya alcanza un 11% interanual en Turquía y el tipo de cambio no está ayudando a lograr el objetivo de precios del banco central de dicho país, que se sitúa en el 5%. Y es que la depreciación del 25% en su divisa está encareciendo de manera alarmante las importaciones de un país que presenta un déficit por cuenta corriente casi crónico, pues importa prácticamente todos los productos que consume, entre ellos la energía, que este año está viviendo un momento especialmente alcista.

Los mercados emergentes están viviendo un momento difícil, pues se comienza a sentir la salida de capitales extranjeros que comienzan a ver la rentabilidad de la deuda estadounidense en niveles más atractivos (3% anual para un vencimiento de 10 años) y prefieren la seguridad del dólar.