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Financiación de pymes y autónomos

JOHANNA PRIETO,  FINANZAS CORPORATIVAS

Octubre 2018

En esta sección combinamos la formación en materia de gestión patrimonial y en finanzas corporativas, en definitiva, nuestras dos áreas de especialización. En este sentido, resulta inevitable no abordar las diferentes fuentes de financiación alternativa a las que han tenido que recurrir las pymes y autónomos para cubrir sus necesidades financieras durante la crisis que dejamos atrás, que ha quedado registrada en la historia como la Gran Crisis Financiera.

Si bien durante esta crisis se han llevado a cabo política monetarias ultra-expansivas y no-convencionales por parte de los Bancos Centrales con el fin de generar una expansión artificial del crédito para mejorar la posición de liquidez y solvencia de las entidades financieras y facilitar la financiación del déficit corriente, que no de inversión, de multitud de países, en el caso de las empresas y autónomos el acceso a esta barra libre de crédito no ha llegado en la misma media, ni en tiempo y forma, teniendo las mismas que recurrir a fuentes de financiación no convencionales para cubrir sus necesidades financieras.

Desde las instituciones, asociaciones y consorcios, tanto nacionales, territoriales como provinciales y locales, se han realizado esfuerzos para facilitar la ejecución de inversiones de las empresas no financieras destacando los acuerdos de financiación con determinados agentes supranacionales, tales como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el Fondo Europeo de Inversiones (FEI), el desarrollo de líneas de financiación especificas con bancos, la reducción y simplificación de los procedimientos de gestión y tramitación de determinados incentivos, subvenciones y ayudas, etc. No obstante, esos esfuerzos no han sido suficientes, quedando patente un claro fallo de mercado en lo que respecta a la canalización al tejido empresarial del crédito bancario tradicional, teniendo que recurrir a alternativas de financiación hasta ahora desconocidas para muchas empresas.

Sin entrar a valorar, ni criticar la posición y estrategia de las entidades financieras operantes en el territorio nacional, ya que en muchos casos la “no-sanción” positiva de muchos proyectos de inversión, desde el punto de vista de análisis del riesgo de crédito, es consecuencia de las propias restricciones internas en materia de provisiones y normativa contable impuestas por el Banco de España, la realidad es que muchos de estos proyectos no salen adelante. Argumentos como que el historial pagador de la empresa no es bueno o que ha sido muy ajustado en años anteriores, que existe el riesgo de que los niveles de demanda u ocupación (en el caso del sector turístico) no se vayan a mantener en los niveles actuales, o que sea necesario solicitarles covenants y/o garantías casi imposibles de conceder, hace que los únicos proyectos que salgan adelante sean los de empresas y/o empresarios que tienen un nivel de solvencia elevado, además de contar con garantías y otros activos rentables en su patrimonio.

¿Qué alternativa queda entonces para estas empresas y/o proyectos que no pueden acceder al crédito bancario? Existen múltiples instrumentos enmarcados en la financiación alternativa. La creación y puesta en marcha de diversas plataformas y/o mercados (marketplace) que en la práctica lo que hacen es poner en contacto a las empresas y/o proyectos con potenciales inversores/partícipes, ha sido uno de los mecanismos con más recorrido en esta crisis. La financiación directa por parte de inversores institucionales nacionales e internacionales (direct lending), financiación directa de particulares (crowdfunding y crowdlending), el acceso al capital riesgo y a determinados fondos de inversión, fondos de deuda, plataformas de descuento de pagarés y/o facturas, estructuración de vehículos de coinversión para la financiación de determinadas inversiones, acceso a los mercados de Renta fija y acciones (MARF y MAB), etc., son algunos de los mecanismos que han venido utilizando cada vez más las empresas para financiarse según el tamaño y sus necesidades financieras.

El funcionamiento y la casuística de cada instrumento es bastante amplía, siendo necesario un monográfico específico para cada una de las mismas. No obstante, centrándonos en aquellas más populares y “de moda” destaca el “direct lending” que, simplificando mucho, no es más que un contrato bilateral de financiación con un tercero, con máxima flexibilidad para adaptarse a los condicionantes y capacidad de generación de caja de la empresa para abordar operaciones en un rango amplio de 5-150 millones de euros para empresas con Ebitda superior a 3 millones de euros. En el caso de operaciones inferiores a 1 millón y empresas con Ebitda positivo, hablamos del “crowdlending”. Los “fondos de inversión en deuda o fondos de crédito” abordan operaciones de refinanciación, adquisiciones corporativas, financiación de inversiones y pago de dividendos, pudiendo llegar a financiar operaciones de plazo hasta 10 años, con un coste variable en función de riesgos y garantías, y tipología de deuda (senior, subordinada, mezzanine o unitranche), cuyo coste financiero, puede ir desde los 500 a los 1.000 puntos básicos sobre Euribor. En el caso del “MARF”, se vienen realizando emisiones de renta fija de tamaño 15-200 millones de euros para empresas con Ebitda superior a 7 millones. El “descuento de facturas y/o contratos” a través de plataformas de inversores que adelantan a la empresa los derechos de cobro en balance, ha sido otro de los más demandados mecanismos utilizados para la financiación del circulante, en detrimento de las conocidas pólizas de crédito.

Aunque no lo parezca, existen alternativas de financiación y muchas. Se requiere un cambio de chip, de mentalidad empresarial en Europa y en España, donde la financiación bancaria sigue pesando mucho en términos relativos vs el acceso a fuentes alternativas como los mercados de capitales, situación muy distante de la de EE.UU., donde solamente el 20% de la financiación corporativa es bancaria. Se hace preciso recurrir a la financiación no tradicional, más allá del préstamo bancario tradicional para cubrir ese fallo de mercado que existe actualmente, no solo para resolver una necesidad puntual, sino también a efectos de diversificar las fuentes de financiación de la empresa de cara al futuro. En esta línea viene trabajando el Gobierno desde finales de 2012, dentro de los requerimientos definidos en el contrato que enmarca el rescate bancario solicitado por España, para fomentar la intermediación financiera no bancaria, con el objetivo de reducir el elevado grado de dependencia a la financiación bancaria de las empresas en España, que se sitúa en el 70% respecto al 45% de otros países comparables europeos.