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El peor de los momentos

JOHANNA PRIETO,  FINANZAS CORPORATIVAS

4/11/2018

Las diversas propuestas anunciadas por el Gobierno de Pedro Sánchez como la subida del Salario Mínimo interprofesional (SMI), el aumento de la base máxima de cotización a la seguridad social y el aumento de las cotizaciones mínimas de los autónomos, entre otras, están convirtiendo al ejecutivo en el nuevo “enemigo” de las empresas españolas. Son varios los foros empresariales, donde el jefe del Gobierno no ha sido bien recibido y donde se ha manifestado el acoso político al que se está sometiendo al sector empresarial, tras anunciar continuas medidas de mayor presión fiscal y mayores costes laborales, en plena ralentización del consumo, de la demanda, y  por tanto, de la economía real. Estos acontecimientos no deben pasarse por alto y nos debe obligar a reflexionar sobre el sentir de aquellos agentes que generan más del 75% del PIB y el 80% del empleo del país: las pymes y autónomos.

Sin entrar a evaluar en detalle cada una de las medidas propuestas por el gobierno socialista, el principal rechazo de los agentes empresariales se basa en que es el  “peor de los momentos”, pues la percepción de los empresarios es que, si bien la situación económica ha mejorado en estos últimos años, actualmente el crecimiento a corto y medio plazo de la economía ha empeorado sustancialmente, tal y como confirman el ajuste a la baja en las previsiones de crecimiento económico para España tanto por parte del Ministerio de Economía, como de distintos organismos nacionales e internacionales, como el FMI o la OCDE La percepción actual de los empresarios, según los datos de la última encuesta de Percepción Económica realizada por el Instituto de Empresa Familiar (IEF), es que se ha reducido en más de diez puntos el porcentaje de empresas que creen que sus ventas van a seguir creciendo durante el 2019, y lo que es más alarmante, cerca del 50% de los empresarios no confían en que se vaya a crear empleo en los próximos años. De ahí que la aplicación de medidas que impliquen una mayor presión fiscal e incrementos forzosos en los costes salariales que no están asociados a mejoras de productividad, pueda suponer, en el actual escenario donde encontramos señales y alarmas que pueden indicar una desaceleración, un freno para el crecimiento de las empresas, con la consiguiente destrucción de empleo.

Conscientes de la actual situación económica y de la necesidad de aplicar medidas que reduzcan el déficit público, entendemos que el peso de las mismas no debe focalizarse exclusivamente en las empresas sino que, además de alejarse de medidas de corto plazo con la finalidad principal de garantizar la gobernabilidad, deben de asumir que aún hay margen para racionalizar el gasto público improductivo, y especialmente, combatir el fraude fiscal. Las actuaciones para solucionar los problemas de Deuda Pública de España y la falta de reformas estructurales deben centrarse, y abarcar tanto el sector público como el privado. Recordar e interiorizar una de las frases más célebres de Churchill sobre la empresa ayudará a todos los agentes y, especialmente, a determinados grupos políticos a salir de esta situación. “Muchas personas miran al empresario como al lobo que hay que abatir, otros muchos lo miran como a una vaca que hay que exprimir, y muy pocos lo miran como al caballo que tira del carro” (Winston Churchill).