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El oro como inversión

MUNESH MELWANI,  SOCIO-DIRECTOR GENERAL
Marzo 2020

La inversión en activos financieros tal y como la concebimos, es multiactivos, global, flexible y con horizonte de largo plazo, en busca de una rentabilidad consistente en el tiempo. El concepto multiactivos lo aplicamos porque tenemos evidencias empíricas de que una cartera bien diversificada y con distintas clases de activos, ponderando de forma activa las distintas clases en función del ciclo económico, nos permite generar los resultados deseados. En este sentido, incluimos instrumentos monetarios, renta fija (pública y corporativa), renta variable y activos de gestión alternativa, entre los que contemplamos, hedge funds, capital riesgo, activos inmobiliarios y materias primas. Es en este último segmento, donde figura el crudo, productos agrícolas, oro y otros metales preciosos.

Es el oro el que históricamente ha constituido una reserva de valor del patrimonio, utilizado desde hace milenios. Nos parece conveniente remontarnos a la historia, para entender su utilización y cómo viene cumpliendo su función. Lo abordaremos por etapas:

i. En la antigüedad, el oro se utilizaba para la joyería cuando los humanos comenzaron a trabajar el metal tras la Edad de Piedra. Hablamos del año 550 A.C. cuando el rey Creso de Lidia acuñó las primeras monedas de oro de curso legal. Sus cámaras del tesoro estaban llenas, porque al mismo tiempo explotaba varias minas. No obstante, se atribuye la invención de las monedas a los comerciantes griegos, dado que se han encontrado fragmentos unos 150 años más antiguos. Su utilización consistía en una transacción comercial, esto es, hacía falta dos personas, una de las cuáles desearía un bien, a cambio del cual, el interesado le compensaría con un medio de pago, divisible, compacto, duradero y valioso. Más famoso fue el emperador romano César, que recompensaba a sus legionarios tras ganar una guerra con generosas cantidades de oro, si bien fue su sobrino Augusto quien introdujo el primer sistema monetario, basado en monedas de oro, latón, plata y cobre, sirviendo de base para los futuros sistemas monetarios europeos hasta la era moderna. Al él le siguieron el emperador Nerón y Vespasiano, generando incluso etapas inflacionistas, llegando hasta el año 309, en el que Constantino creó una divisa europea, el “solidus”, una nueva moneda de oro que mantendría su valor hasta la conquista de Constantinopla en 1453. No obstante, el sistema monetario estaba dominado por la plata, pero el emperador Carlomagno estableció en Europa Central monedas de oro por seguir con la tradición de los romanos.

(ii) Ya en la era moderna, una de las invenciones más notorias fue el “papel moneda”, que se creó a mediados del siglo XVII por necesidad, dado que hubo escasez de monedas de cobre en Suecia como resultado de la Guerra de los Treinta Años y el banco que los emitía tendría que ser nacionalizado por imprimir más papel que monedas recibidas. Fue en el siglo XIX cuando los países más industrializados del mundo introdujeron el patrón oro, que cristalizó con la circulación de la moneda de oro en 1873 por parte del imperio alemán. El “papel moneda” y las monedas en circulación tendrían un valor fijo en relación con la cantidad de oro. Ya en las guerras mundiales, los países en guerra prescindieron del patrón oro y en 1944 los victoriosos firmaron los acuerdos de Bretton Woods, estableciéndose la relación fija de 35 dólares estadounidenses por onza de oro, asegurando EE.UU. la convertibilidad del dólar por oro atendiendo a dicha ecuación de canje. No obstante, en 1971, EE.UU. abandonó el acuerdo y comenzaron los tipos de cambio libres de mercado de c/u de las monedas nacionales vs el dólar.

(iii) No fue hasta el siglo XX cuando se concibió al oro como activo financiero tras perder su función como moneda, por lo que, al exigírsele rentabilidad vs la inflación, comenzó a revalorizarse, habiendo multiplicado su valor por más de 10 veces desde 1973, alcanzando una rentabilidad anualizada del 5,5%, alentado en gran parte por la demanda de países como China e India, donde se aprecia mucho el metal para la joyería y otros artículos de lujo. Con la Gran Crisis Financiera, su demanda se estancó, pasando su cotización en los años 2007 a 2009 de 600 a 1.200 dólares, pasando los bancos centrales a ser compradores netos de oro tras la quiebra de Lehman Brothers aumentando sus reservas ante la debacle de los mercados financieros, comprando tanto lingotes físicos como a través de fondos cotizados (ETF y ETC) muy líquidos.

Habitualmente, el oro, cuya evolución se basa en la confianza de los agentes económicos en el sistema financiero, sirve de “refugio” o de cobertura contra los riesgos financieros y contra la inflación, siendo especialmente útil para los ahorradores en aquellos países en crisis que sufren hiperinflación. El oro no depende de la voluntad política de quienes imprimen el dinero y es por tanto un recurso natural limitado. En este sentido, quizás se podría estudiar fijar una ecuación de canje o patrón para evitar las oscilaciones tan bruscas de las criptomonedas, que han venido para quedarse.

En cuanto a la evolución de su precio, el oro ha mantenido una relación inversa con la rentabilidad real (descontada la inflación) del Treasury americano a 10 años, manteniendo una elevada correlación histórica, dado que también actúa como refugio para los inversores cuando los riesgos macro y geopolítico son elevados. Estos últimos años ha experimentado una revalorización relevante ante los factores de incertidumbre que han condicionado la evolución de los mercados financieros.

Entre las formas más eficientes de invertir en oro físico, están los ETFs (Exchange Traded Funds) o fondos de inversión cotizados. Por destacar algunos que funcionan bien y de coste muy razonable (los gastos corrientes no superan el 0,5%), citaríamos los siguientes: Invesco Physical Gold, Gold Bullion Securities, ETFS Physical Gold, ETFS Physical Swiss Gold y el iShares Physical Gold. Todos ellos tienen en común las siguientes características:

• Se pueden contratar denominados en euros, así como en otras divisas. El dólar es la divisa base, dado que todos estos ETFs invierten en el mismo activo subyacente, el oro, cuya divisa de cotización o divisa base es el dólar.

Mercados de contratación: Londres, Euronext, Xetra, Frankfurt.

Riesgo de divisa: en la medida en que se invierte en oro, que está en dólares, se incurre en este riesgo para un inversor de la Eurozona, si bien el propio dólar también actúa de divisa refugio ante episodios de inestabilidad monetaria.

Réplica física: La asignación de oro por cada participación del ETF debe estar respaldada casi al 100% por lingotes de oro cumpliendo los estándares Good Delivery de la London Bullion Market Association (LBMA). • Índice de referencia: siguen el precio del oro según el London Golden Market PM Fixing Price. Este índice se actualiza diariamente según el precio alcanzado por el oro en la subasta vespertina en la LBMA. En conclusión, se trata de un valioso componente en las carteras globales, que permite diversificar riesgo de mercado y contribuir a la rentabilidad, especialmente en etapas de inestabilidad económico-financiera.