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Dólar Trump

AARÓN RODRÍGUEZ Asesoramiento y Gestión Patrimonial en Cross Capital

 

27-11-2016

El pasado miércoles, tras publicarse los datos de pedidos de bienes duraderos en Estados Unidos el mercado reaccionó con contundencia: los índices de renta variable corrigieron el avance del día, en divisas el dólar se apreció rápidamente, y en deuda la rentabilidad del bono a 10 años estadounidense escaló hasta el 2,43%. Pero tal vez lo más señalado se vio en materias primas, donde la cotización de la onza de oro se situó por debajo de los 1.200$/onza, el nivel más bajo desde febrero, tras la venta masiva de contratos por valor aproximado de 6.000 millones de dólares.

 

Una de las reacciones más visibles de Wall Street ante la sorpresiva victoria del presidente electo Donald Trump está siendo la subida casi vertical del dólar, así como la caída del precio de los bonos estadounidenses, al cimentarse las expectativas sobre una subida de tipos en diciembre por parte de la Reserva Federal. Aunque en un principio el dólar tuvo una fuerte depreciación frente al euro hasta niveles de 1,13 EURUSD, lo cierto es que desde entonces no ha cesado de apreciarse frente a sus pares –al escribir estas líneas la apreciación se situaba en un 6,52% frente al euro-. Varias son las razones que explicarían los movimientos habidos en los mercados en los últimos días y es que, en esencia, la oferta de Donald Trump es la refacción.

 

Los efectos de estas propuestas se pueden resumir en los siguientes puntos: i) alterar los acuerdos comerciales con sus socios para obtener un “mejor trato” para los Estados Unidos puede desembocar en un aumento de la inflación debido a una reducción de la oferta disponible; ii) el control sobre la inmigración reduciría la fuerza de trabajo y, por ende, deberían verse incrementados los salarios; iii) la idea de la deslocalización de las empresas está dirigida a aumentar el empleo y, presumiblemente, los salarios reales junto a los costes operativos; y iv) la activación de un sustancial estímulo fiscal a través del gasto en infraestructura y recortes de impuestos, está orientado a incrementar las tasas de crecimiento de la demanda interna. El impacto sobre el déficit de estas políticas todavía supone un tema de discusión, pero todo apunta a un aumento significativo en la oferta de bonos del Tesoro, actualmente soportando una deuda de 18,8 billones de euros.

 

Con todo lo anterior, es decir, una mayor inversión y menos ahorro, debería aumentar el déficit comercial; sin embargo, las políticas encaminadas a reducir las importaciones de bienes actuarían por el lado opuesto, minimizando el impacto. El problema para el mercado está en determinar qué cosas de lo anteriormente descrito se podrán llevar a cabo realmente y qué no. Si Donald Trump logra elevar la inflación y las tasas de interés sin que haya un crecimiento real de la economía, el resultado de sus medidas sería nefasto para la economía; por el contrario, si logra obtener un mayor crecimiento real y una inflación mayor, entonces los mercados probablemente puedan manejar tasas más altas y no veríamos un crash bursátil. Sin embargo, este proceso de descubrimiento de precios para la reactivación doméstica será bastante largo, y llevará tiempo poder determinarlo.

 

Mientras todo esto ocurre, el dólar continúa apreciándose frente al renminbi, la divisa del gigante asiático y principal referente de los países en vías de desarrollo. Si bien la crisis actual favorece al dólar, uno de los riesgos para el crecimiento mundial que enumera el FMI en su informe de 2016, se trata precisamente de un endurecimiento de las condiciones de financiación a través de un alza de tipos de interés que, junto a un dólar fuerte, puede desembocar en presiones deflacionarias y afectar al crecimiento de las economías emergentes, y por ende, al crecimiento mundial.