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Despega el crecimiento

AARÓN RODRÍGUEZ Asesoramiento y Gestión Patrimonial en Cross Capital

 

12-03-2017

A finales de octubre, un servidor comentó que el principal debate al que se enfrentaba la Reserva Federal de Estados Unidos, ahora que los datos macro propiciaban actuar para un cambio de ciclo, consistía en diseñar el escenario que debían seguir para normalizar la política monetaria tras años de tipos de interés cero, y que al principal problema al que se enfrentaban era al hecho de determinar si la demanda de inversión existente era suficiente para recuperar el crecimiento lastrado en los años anteriores.

En el escenario que hemos tenido hasta ahora, las estimaciones de tipos de interés reales de equilibrio de muchas economías se movían en el límite inferior cero, por lo que el mercado veía posible que la economía mundial pudiera caer en una “trampa japonesa”, donde los tipos nominales se quedarían atascados de forma permanente en ese límite inferior, y por lo tanto, limitarían la capacidad de maniobra de los bancos centrales ante otro escenario de necesidad de estimular la economía. Los temores a la deflación aumentaban con cada dato débil que se publicaba en relación al crecimiento por el lado de la oferta y la demanda, si bien este último parecía ser el principal problema pues estaba dejando en evidencia la eficacia de los estímulos monetarios de los diferentes bancos centrales, avivando el fuego del estancamiento secular.

Las perspectivas comenzaron a mejorar con la elección de D. Trump como presidente de EE. UU. que, nos guste o no, es el país que marca el momento del ciclo en el que se encuentra la economía mundial. Trump no había hecho nada al respecto, más allá de anunciar medidas de política fiscal, pero ya la maquinaria estadounidense arrojaba datos marco con una mejora sustancial. Ahora, el crecimiento de la producción real se encuentra a los niveles altos jamás vistos desde el espectacular rebote que hubo en 2009/10 por la crisis financiera, aunque esta recuperación no ha venido acompañada de una mejora de la productividad. Por lo tanto, parece razonable concluir que la gran mayoría del aumento del crecimiento de la producción real se ha debido a la mejora de la demanda agregada, no de la oferta agregada. Esta conclusión se puede sacar simplemente si observamos las perspectivas de inflación; si nos encontramos en un momento del ciclo con unas perspectivas bajas de inflación o incluso de deflación, los consumidores esperarán a que bajen los precios antes de ejecutar ninguna compra; sin embargo, si las perspectivas son de aumento de precios, los consumidores querrán adquirir esos bienes lo antes posible… y aquí es donde entra en juego D. Trump. Las propuestas del nuevo presidente de EE.UU. van encaminadas hacia una mayor inversión y menos ahorro, lo que ha hecho aumentar las perspectivas de inflación y obligar así a la Reserva Federal a revisar su programa de normalización, pasando de dos subidas de tipos inicialmente en 2017, a tres e incluso se empieza hablar de cuatro. No obstante, las expectativas de una mayor inflación no sólo se han revisado en economías como EE.UU. o Reino Unido. Lo más sorprendente, es que incluso en economías como la japonesa o la Eurozona, también se han revisado al alza. Estas dos economías, que parecían estar completamente inmersas en el estancamiento secular debido al exceso de capacidad de producción de hace un año, han brillado en los últimos datos publicados.

En cualquier caso, los datos deberán mostrarse consistentes en los próximos meses y ser capaces de mantener el crecimiento llegado el momento de endurecimiento de la política monetaria. La inflación asimismo se ha recuperado, auspiciada por las materias primas, que junto al despegue del crecimiento y las subidas de tipos, evidencian que la crisis la hemos dejado atrás.