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Delicias turcas con sabor amargo

AARÓN RODRÍGUEZ Asesoramiento y Gestión Patrimonial en Cross Capital

20-08-2018

 

El mercado financiero turco se ha estabilizado algo esta semana, si bien continúan sin solucionarse los principales problemas como el empeoramiento de la relación política con Estados Unidos, la pérdida de credibilidad de su política monetaria, o los grandes déficits externos que afronta el país y para los que aún no se han propuesto medidas. La incertidumbre sobre el mercado financiero turco puede que no desaparezca tan rápido como algunos piensan y, aunque el contagio con el resto de mercados emergentes ha estado relativamente contenido por el momento, este efecto continuará siendo un elemento clave para los mercados en el futuro. El gran reto que tiene el gobierno turco es salvar este episodio ante los mercados financieros internacionales, si puede ser, sin contar con la ayuda del Fondo Monetario Internacional. Si tuviera que precisar de su apoyo, se podría magnificar algo más el problema; por hacer un símil gastronómico, las famosas delicias turcas ya adoptarían un sabor del todo amargo.

Dentro del mercado que conforman los países del G10, la zona euro ha sido la más afectada por la reciente turbulencia de Turquía, pues son varias las instituciones financieras europeas que poseen una gran exposición a dicho mercado y además ha sucedido en un momento en el que los acontecimientos políticos italianos continúan atrayendo el interés del mercado. De hecho, debido en parte a la reacción de riesgo causada por la turbulencia turca, la tasa de rentabilidad real de la deuda italiana ha excedido a su crecimiento real, lo que podría debilitar la sostenibilidad fiscal de la deuda del gobierno italiano si la situación persiste.

Los inversores de la zona euro también son los que poseen una mayor exposición a acciones y bonos turcos. Bancos como BNP, BBVA o Unicredit, mantienen una exposición directa sobre el país y se han visto severamente afectados. La crisis turca nos debe preocupar, pues es España el país con mayor exposición a dicho riesgo con una exposición crediticia superior a los 73.000 millones de euros, muy superior a la del siguiente país en la lista, Francia, cuyo riesgo asciende hasta los 33.700 millones. Por el momento el problema parece contenido en Turquía, pero podría convertirse en un auténtico problema si comenzara a afectar a países emergentes de la región EMEA (Europa, Oriente Medio y África).

La prima de riesgo, algo a lo que estamos acostumbrados a leer en cualquier medio, mide el diferencial de rentabilidad de un bono a diez años de un país respecto al activo libre de riesgo. En Europa se considera el activo libre de riesgo el bono del tesoro alemán a 10 años, conocido en el argot financiero como Bund, pero eso no implica que al invertir en su deuda se esté exento de riesgo. Si Alemania comenzara a experimentar problemas de crecimiento e incrementos en su deuda, es muy probable que viéramos cómo la prima de riesgo española se redujera. España no habrá disminuido su riesgo, su comparable lo habría incrementado. Si de verdad queremos medir el riesgo de impago, se deben analizar los CDS (Credit Default Swaps), una especie de seguro frente a impagos donde el comprador del CDS realiza pagos periódicos al vendedor a cambio de que éste se comprometa a responder en caso de suspensión de pagos. Analizando esto, se observa que el nivel de la prima promedio de los CDS en la cartera de bonos de los inversores de la zona euro se ha disparado más rápidamente que la de los inversores estadounidenses, si bien sigue siendo inferior a los niveles históricos, por lo que es probable que el impacto de la turbulencia turca se vea limitada por el momento.