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¿BREXIT o BREXIN?

MUNESH MELWANI,  SOCIO-DIRECTOR GENERAL

18/11/2018

El proceso de desconexión del Reino Unido de la Unión Europea, conocido mundialmente como BREXIT, está siendo un auténtico culebrón. El borrador de acuerdo alcanzado entre Theresa May y la UE, ocupa 585 páginas en las que se desarrollan 185 artículos, tres protocolos y varios anexos. Los tres asuntos que han supuesto el foco de la negociación han sido los relativos a derechos de los ciudadanos, la factura que deberá asumir Reino Unido tras su salida de la UE y el escollo de la frontera de Irlanda del Norte.

Como alternativa a la salida, siempre podría quedar que Reino Unido reconsiderase la cuestión de manera interna de alguna forma legal, que en la Unión se encontrase el mecanismo para desactivar el artículo 50 y se pudiese dar marcha atrás a la salida británica, y que, con ello, Reino Unido permaneciese en la Unión (BREXIN); pero incluso aunque ahora se diese esa situación, bastante improbable, aunque no imposible, llegaría tarde en la medida en que ya se ha minado la confianza empresarial, jurídica e inversora y también traería consigo costes; con todo, es la opción menos mala.

El acuerdo de la señora May, si es que prospera, a la vista de las siete dimisiones del Gobierno de esta semana que termina, obtendrá previsiblemente el visto bueno de Bruselas, de los gobiernos de los Veintisiete y del Parlamento Europeo, reunión prevista para el próximo 25 de noviembre. Pero el momento de la verdad será la aprobación de lo negociado por el parlamento británico. A partir del 29 de marzo 2019, el tratado de salida del BREXIT será el único acuerdo legal de Reino Unido con la Unión Europea (UE), una unión con la que ha compartido soberanía desde 1973.

La situación actual es que la nación está profundamente dividida, pero coinciden en que el acuerdo alcanzado es terrible e inaceptable para ellos, de ahí las dimisiones. En el caso de que se rechace el acuerdo alcanzado con la UE, el Reino Unido se encontraría ante un abismo, dado que reabriría inevitablemente la cuestión del BREXIT para los veintisiete miembros restantes de la UE. Esto podría significar otro referéndum, unas elecciones generales, una petición de aplazamiento de la salida y un intento de renegociación, o cualquier combinación de estos puntos. La única certeza es que, de una forma u otra, el BREXIT sumirá a la economía y a la política británica en un futuro indefinido, en la medida en que no hay precedente.

El trámite parlamentario británico es lo más complicado que tiene May por delante para que el pacto entre en vigor. Su grupo no tiene mayoría y además está muy dividido sobre el BREXIT. Tanto algunos partidarios de seguir en la UE, como los euroescépticos más recalcitrantes, podrían votar en contra. Laboristas, liberales y escoceses también podrían oponerse, en este caso, por entender que la ruptura es demasiado brusca. La clave pueden tenerla los diez parlamentarios del Partido Unionista Irlandés (DUP), principal soporte externo de la ministra. En caso de superar el examen parlamentario, el Gobierno británico podría centrarse en la negociación del tratado comercial con la UE que regirá a partir de 2021.

No obstante lo anterior, en caso de que el Parlamento británico rechace la propuesta de acuerdo de salida que va a presentar la primera ministra en las próximas semanas, se abrirían varios escenarios: (i) el menos radical es que May intente retocar algunos puntos del pacto con Bruselas y vuelva a pedir el respaldo de los Comunes, a tiempo para llegar a marzo de 2019 con un acuerdo, (ii) que, ante la imposibilidad de tener el beneplácito del Parlamento a lo negociado, May acepte celebrar un nuevo referéndum en que el pueblo decida si quiere ese acuerdo o prefiere un BREXIT sin pacto. Una opción en las papeletas podría ser asimismo la permanencia en la UE; y (iii) es que, ante el rechazo del Parlamento, Theresa May opte por dimitir, lo que abriría una lucha feroz dentro de su Partido para sustituirle y podría desembocar en unas nuevas elecciones generales con oportunidad de victoria para el líder laborista Jeremy Corbyn. Esto podría obligar a retrasar la fecha formal del BREXIT, o bien Reino Unido podría verse abocado a dejar la UE sin un acuerdo.

Mientras todo esto ocurre, desde el punto de vista de la inversión, vemos muy buenas oportunidades de inversión en la renta variable británica, que cotiza con descuento superior (7%) a su media histórica frente a Europa en términos de PER, acumulando la bolsa de Londres (FTSE 100) un -9% en el año.