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Bonos Catastróficos o CAT Bonds

AYTHAMI GONZÁLEZ Asesoramiento y Gestión Patrimonial en Cross Capital

 

19-12-2016

 

La caída de la rentabilidad de los productos de “bajo riesgo” como son los activos monetarios y los activos de renta fija, sumado a la burbuja producida por los estímulos del Banco Central Europeo, ha hecho que algunos activos algo más exóticos y desconocidos para el inversor hayan recobrado protagonismo. Dentro de esta congregación, nos gustaría hacer especial mención a los bonos catastróficos, Catastrophe Bonds o Cat Bonds, que como su nombre indica son bonos referenciados a un seguro que cubre un evento adverso o catástrofe de distinta índole. Estos bonos tan sólo pueden ser adquiridos por inversores institucionales cualificados, QIB (Qualified Institutional Buyers), pero aun así, hay opciones para el pequeño inversor que le facilitan acceder a los mismos.

Los bonos catastróficos son instrumentos de deuda de alto rendimiento High Yield cuyo subyacente corresponde normalmente a seguros que cubren una serie de eventos catastróficos como por ejemplo, huracanes o terremotos. Estos bonos son emitidos por aseguradoras o reaseguradoras con el objetivo de recaudar fondos para cubrir dichos eventos, repartiendo así el riesgo entre los inversores. Al emitir estos bonos, las aseguradoras se obligan a pagar un cupón, generalmente bastante competitivo comparado con el riesgo asumido y las estadísticas de default, no obstante, tienen condiciones especiales en caso de que suceda el evento asegurado en cuestión. En caso de que el emisor sufra una pérdida derivada del evento asegurado, la obligación del pago de los cupones e incluso del nominal, podrá ser diferida o totalmente condonada al emisor. Este riesgo es mitigado por los inversores a través de la duración de los bonos ya que normalmente su vencimiento no supera los 5 años y su calificación crediticia se sitúa entre BB y BB-.

Por otro lado, los bonos catastróficos tienen grandes atractivos para el inversor, como es su descorrelación respecto a la renta variable y a la renta fija corporativa, puesto que están referenciados a un subyacente ajeno a los movimientos de los mercados financieros. Éste es un gran aliciente a la hora de diversificar las carteras, un crash del mercado no tendría ningún efecto en la rentabilidad del bono y se reduce la volatilidad de las inversiones. Tal y como hemos comentado anteriormente, los inversores minoristas no pueden adquirir dichos bonos en el mercado primario/secundario, pero sí que hay vehículos como son los fondos de inversión que nos dan la posibilidad de invertir en estos activos. Como ejemplo podemos destacar dos fondos de gestoras internacionalmente reconocidas como son el GAM Star Cat Bond – USD con una rentabilidad (al 15 de diciembre de 2016) del +5,77% anualizado y el Schroder GAIA Cat Bond F USD que llega hasta un 13,74% anualizado. Como vemos, estos activos ofrecen una gran rentabilidad con una volatilidad mínima, pero no debemos subestimar el riesgo asumido ya que el inversor puede perder, en algunos casos, gran parte del capital invertido si la catástrofe ha deteriorado la solvencia o la liquidez del emisor. La inversión en bonos catastróficos obedece a la voluntad y la devastación de la naturaleza, un azar que puede alcanzar un 15% de rentabilidad.

Con la mención a estos bonos, queremos poner de manifiesto que la ingeniería financiera no cesa y brinda productos exóticos a la comunidad inversora cualificada, de forma que pueda complementar su cartera de inversiones con instrumentos sofisticados tales como los Cat Bonds, que aportan descorrelación pero también cierta asimetría en términos de riesgo asumido.