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Turbulencias financieras en el Reino Unido

PUNEET VASWANI, ASESORAMIENTO Y GESTIÓN PATRIMONIAL
02/10/2022

Los fantasmas no se alejan del Nº 10 de Downing Street ni del Banco de Inglaterra (BoE), que se han visto envueltos en la última encrucijada de la economía británica. La cronología de los eventos en los años más recientes es la siguiente. Tras el reférendum celebrado hace 6 años en el Reino Unido para decidir si abandonaban la Unión Europea, el país ha estado sumido en negociaciones profundas sobre los acuerdos a implementar para que finalmente se diese el Brexit. La salida de la Unión Europea conllevó que asumiesen importantes retos, como los problemas de suministros (aparecieron como consecuencia de la pandemia, antes que en el resto del mundo) o la escasez de mano de obra, pues eran los emigrantes llegados de otros países quiénes asumían los trabajos más arduos y peor pagados. Algunos expertos en la materia han admitido que el Brexit era un lastre que el país no necesitaba, que además se juntaba con la salida de los confinamientos masivos provocados por la Covid-19. A largo plazo, la OBR (Oficina de Responsabilidad Presupuestaria) ha cifrado en un 4% el impacto negativo sobre el PIB que tendrá el Brexit, sumado a un 2% de impacto en el crecimiento por la pandemia.

Sin embargo, en los últimos años la situación ha debilitado la imagen del Gobierno británico, así como la del BoE. Hace unas semanas, cuando fallecía la Reina de Inglaterra, se mencionaba que, desde la votación del Brexit, había reinado ya con cuatro primeros ministros al mando del país (David Cameron, Theresa May, Boris Johnson y, por último, Liz Truss), lo cual denota la inestabilidad política de los últimos 6 años. Un reflejo de ello es la escalada de la deuda pública sobre el PIB, que ha pasado de un 75% antes de la pandemia, a alcanzar un 96% (en torno a 2,8 billones de euros), y que podría escalar hasta el 320% del PIB en los próximos 50 años si los siguientes gobiernos británicos no logran endurecer la política fiscal.

Así, la libra esterlina venía en caída libre desde que comenzamos el año en 1,35 GBP/USD y situándose a finales de esta semana en torno 1,08-1,12 GBP/USD, prácticamente un -17% de caída en lo que va de año. Esta situación se ha dado con casi cualquier divisa respecto al dólar estadounidense, que se ha venido fortaleciendo y ejerciendo de activo refugio ante las distintas incertidumbres que nos rodean. Además, la caída de Boris Johnson y la elección de Liz Truss – del Partido Conservador – como nueva primera ministra el pasado 6 de septiembre, obligaba a tomar medidas respecto a la economía real británica, pues tenían las previsiones de inflación más disparadas de los países desarrollados, estimándolas en una tasa del 18% para inicios de 2023 según Citibank.

La situación llamaba a la acción y Truss había prometido una rebaja fiscal importante. Tanto es así, que ella y el Canciller de la Hacienda británica (Kwasi Kwarteng) anunciaron el pasado viernes un “mini-presupuesto” – que venía a ser el mayor recorte de impuestos en 50 años – que incluía: i) mantener el Impuesto de Sociedades en un 19% (existían planes para aumentarlo al 25%); ii) desechar el tipo máximo del 45% en el IRPF anglosajón para los tramos de renta por encima de 150.000 libras esterlinas; iii) introducir subvenciones para fomentar la inversión en algunas zonas del país conllevando una menor presión impositiva; iv) reducir la tributación a los bonus de los banqueros; entre otras medidas. Todo ello resulta en una reducción fiscal que totalizan un impacto de unos 45 billones de libras para 2026-27. Las medidas no fueron tomadas como positivas por los mercados, subiendo las TIR del GILT a 5 años en más de 50 p.b., registrando récord a la mayor subida diaria en TIRes que se recuerda.

Y, ¿a qué se debe este movimiento? Pues no es más que una sucesión de eventos: se presentan unas políticas fiscales que no estaban financiadas previamente, por tanto, el gobierno aumenta la cantidad de deuda que ha de emitir, se pierde la confianza de los inversores (sell-off), y las TIRes han de repuntar para compensar a los inversores el riesgo añadido. Para normalizar esta situación de alguna manera, los mercados ya descuentan una subida de un 1,5% en la próxima reunión del BoE y unos tipos terminales cerca del 6% en 2023, muy por encima de lo previsto inicialmente orientado al control de la presión inflacionaria.

Por último, la medida adoptada esta semana por el Banco de Inglaterra por el momento ha sido la de retomar su QE (Quantitative Easing) particular y de forma limitada, dejando de lado de momento el QT (Quantitative Tightening), con una intervención comprando deuda a largo plazo desde esta semana hasta el 14 de octubre, invirtiendo cerca de 65.000 millones y retrasando hasta el 31 de octubre las ventas de bonos que tenían planteadas inicialmente. Desde Cross Capital, como siempre, les aconsejamos cautela, sobre todo, asesorarse correctamente antes de invertir, que resulta crucial para evitar males mayores.