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Transición generacional en la empresa familiar

MUNESH MELWANI,  SOCIO-DIRECTOR GENERAL

30/06/2019

Para muchas familias, el éxito empresarial implica que lo que empezó como un pequeño negocio familiar evolucione a lo largo del tiempo y comience a generar riqueza más allá de la actividad troncal, configurándose un patrimonio familiar con mayor complejidad. Esta situación, generalmente ocasiona que se vaya complicando la gestión de las relaciones entre familia y empresa, de forma que la empresa familiar tendrá que lidiar con una nueva dimensión, esto es, la referida a la gestión patrimonial.

El problema es que las habilidades necesarias para gestionar un patrimonio difieren enormemente de aquellas requeridas para gestionar una empresa y, muchas veces, los miembros de las familias empresariales son incapaces de reconocer esta diferencia. Sólo cuando se enfrentan a un proceso de transición generacional suelen tomar conciencia de os grandes retos que supone gestionar un patrimonio compartido, que debe cohesionar la familia, al tiempo que mantener cierta independencia entre sus miembros. Si no se asimila a tiempo, en ocasiones ya es demasiado tarde, lo que origina una pérdida de numerosas oportunidades de creación de riqueza. A pesar de la importancia del problema, la mayoría de la investigación disponible al respecto, se centra en el análisis de las relaciones familia-empresa, pero no en el trinomio familia-empresa-patrimonio.

En Canarias estamos acostumbrados a encontrarnos muy a menudo con esta situación. Son personas jóvenes las que ocupan actualmente un puesto de responsabilidad en empresas familiares que han crecido durante décadas y distintas generaciones, y otros piensan hacerlo en un futuro próximo. Y aunque otros muchos no tienen intención de participar activamente en la gestión del patrimonio familiar, todos ellos se identifican a sí mismos como parte de una familia empresaria, condición a la que difícilmente pueden renunciar. Esto implica que, en el futuro, independientemente del rol que jueguen dentro de la familia, todos serán herederos del legado familiar de uno u otro modo. El reto es por tanto conseguir trasmitir con éxito este legado a las nuevas generaciones.

Si analizamos la casuística de las distintas familias, una minoría han completado un proceso de transición generacional, pero algo más de la mitad de ellas, están implicadas en un proceso de transición en el que conviven dos generaciones, siendo muy pocas las que siguen un proceso planificado. El resto de casos, lo representan familias donde se plantea un futuro incierto en el que la siguiente generación no desea involucrarse activamente en la gestión de la empresa o incluso se ha decidido vender la misma.

En el proceso de transición se deben analizar aspectos económico-financieros de la riqueza familiar, pero también aquellos aspectos socio-emocionales que son importantes para las familias propietarias y que forman parte de su legado. Dicho proceso debe permitir logar un equilibrio óptimo entre la generación de la riqueza financiera y la preservación de la riqueza socio-emocional. Cada familia es distinta, por lo que se plantea la necesidad de confeccionar procesos “a la medida”, que reconozcan la diversidad de objetivos de las familias empresarias y cuyos mecanismos sean lo suficientemente flexibles para acomodar esta heterogeneidad. El proceso de transición debe ayudar a las familias a establecer las reglas de juego para gestionar el patrimonio compartido de la forma más eficiente, de forma que se eduque a todos los miembros de las siguientes generaciones a ser propietarios conscientes de sus derechos y responsabilidades asociados al patrimonio compartido.

Entre los factores que consideramos clave a transmitir a las generaciones que recogen el testigo, destacaríamos (i) la mentalidad emprendedora, (ii) los valores familiares, (iii) el control familiar y (iv) las habilidades de gestión.

Existe una forma de proceder para diseñar el proceso de transición en función de cada caso, al igual que existen instrumentos para otorgar eficiencia al proceso, como la constitución de un Family Office para la gestión integral del patrimonio. Son aspectos que abordaremos en próximos artículos. Lo que siempre recomendamos es ponerse en las mejores manos profesionales.