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La tensión en Oriente Medio complica el panorama

MUNESH MELWANI, SOCIO-DIRECTOR GENERAL

21/04/2024

La solidez de los recientes datos económicos procedentes de Estados Unidos, reforzados por unas ventas minoristas robustas y sorpresas (al alza) en las cifras de inflación y empleo, han influido en los mercados financieros globales, reduciendo las expectativas inminentes de recortes de tipos de interés. Esto se refleja en el rendimiento de los bonos del Tesoro americano a 2 años, que ha alcanzado el 5%, regresando a niveles de noviembre de 2023. La última actualización del escenario macroeconómico del FMI, confirma la visión del consenso de analistas sobre la mejora de las perspectivas económicas globales para 2024, impulsada principalmente por la aceleración en EE.UU. y otras economías emergentes como India. A pesar de los desafíos a los que se enfrenta China debido a la persistencia de la crisis inmobiliaria y a problemas de demanda interna, y el lento crecimiento en la Eurozona influenciado por debilidades económicas en Alemania y Francia, la resiliencia económica global está siendo significativa.

Sin embargo, a medida que los riesgos macroeconómicos disminuyen, el resurgimiento de las tensiones geopolíticas globales y las implicaciones socioeconómicas del reordenamiento actual del escenario mundial están suscitando preocupaciones. Y es que, al igual que ocurrió en el siglo pasado, el mundo afronta una década marcada por grandes transformaciones socio-políticas, comerciales y tecnológicas, que se inició con la pandemia, precedida por la anexión de Crimera por Rusia (mar-14), las tensiones comerciales entre EE.UU.-China (2018), seguidas de la retirada de las tropas estadounidenses y de los países aliados de Afganistán (Ago-21), la invasión de Rusia a Ucrania (feb-22) y ahora más recientemente el conflicto bélico entre Israel y Gaza (Palestina) desde octubre de 2023, involucrándose ahora Irán. Toda esta situación ha supuesto un punto de inflexión en el proceso de globalización y ha alterado el status quo internacional desde la caída del muro de Berlín en 1989.

Lógicamente, toda esta serie de acontecimientos condicionan el sentimiento inversor y tienen sus efectos en los mercados financieros. Repasemos según las distintas clases de activos. En la renta fija, las rentabilidades han vuelto a repuntar particularmente en los bonos del Tesoro a corto plazo, sugiriendo una recalibración del mercado en anticipación a una fortaleza económica continuada y una postura de política monetaria potencialmente menos laxa por parte de la Reserva Federal. Los bonos a largo plazo enfrentan riesgos por déficits crecientes y una posible falta de restricción fiscal, lo que también ha elevado la rentabilidad. Este entorno podría llevar a una pendiente más pronunciada de la curva de rendimientos si el sentimiento inversor cambia en favor de una expectativa de una inflación y tasas de interés a largo plazo más altas.

En cuanto a las bolsas, están experimentando actualmente mayor volatilidad, influenciadas por riesgos geopolíticos y el cambiante panorama económico. Indicadores económicos sólidos típicamente apoyan las valoraciones de las acciones a través de perspectivas de ganancias más elevadas, sin embargo, las tensiones geopolíticas aumentadas condicionan el sentimiento del inversor. Sectores como tecnología, defensa y energía pueden ver impactos divergentes basados en los escenarios geopolíticos explicados y su influencia en las cadenas de suministro globales y los precios de las materias primas.

En cuanto a las materias primas, son particularmente sensibles a las interrupciones geopolíticas, como se ha visto con los recientes picos en los precios del petróleo debido a tensiones en Oriente Medio. Un bloqueo potencial de pasajes estratégicos como el Estrecho de Ormuz podría llevar a un repute en la cotización del crudo, afectando las proyecciones de inflación y al crecimiento económico global. Los metales y los productos agrícolas permanecen volátiles, influenciados por cambios de políticas en economías grandes y factores climáticos impredecibles, si bien el oro se ha revalorizado notablemente como activo refugio, siendo los Bancos Centrales los mayores compradores.

Por su parte, los cruces de las divisas reflejan la dinámica cambiante del poder económico global y las direcciones políticas. El dólar estadounidense se ha fortalecido como un activo refugio en medio de la incertidumbre, mientras que las monedas de los mercados emergentes pueden ser presionadas por cambios en el apetito por el riesgo y choques económicos externos. El euro y el yen están influenciados por políticas domésticas y unas condiciones económicas más amplias, con implicaciones potenciales para los balances comerciales y el crecimiento económico.

En cuanto los Bancos Centrales, ante este escenario geopolítico complejo en Oriente Medio y la guerra prolongada en Ucrania, la postura de la Reserva Federal parece inclinarse hacia mantener tipos más altos por más tiempo de lo previamente esperado, dado los datos económicos robustos. El Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra (BoE) enfrentan desafíos para equilibrar el crecimiento con el control de la inflación, potencialmente retrasando las rebajas de tipos. Mientras tanto, el Banco de Japón (BoJ) podría necesitar pronto considerar ajustar su política monetaria ultra-flexible ante expectativas de inflación crecientes y una depreciación del yen.

Desde el punto de vista de la inversión, conviene adoptar un enfoque vigilante y flexible, listo para ajustar tácticamente estrategias de inversión en función de los acontecimientos, subrayando la importancia de entender la interacción entre indicadores económicos, riesgos geopolíticos y políticas de los Bancos Centrales. No obstante todo lo anterior, lo verdaderamente importante es conocer bien dónde se invierte, hacerlo a un precio razonable, contar con un margen de seguridad, esto es hacer los deberes, y adoptar una visión a largo plazo.