Contáctenos: +34 922 098 062

OPA hostil en el sector bancario español

MUNESH MELWANI, SOCIO-DIRECTOR GENERAL

12/05/2024

Digamos que de fusiones bancarias sé un poquito, pues lo he vivido en carne propia. No es secreto que el BBVA lleva varios años detrás de la adquisición del Banco Sabadell. Ya lo intentó en 2020 y en aquel entonces no fructificó al negarse el Consejo de Administración de la entidad catalana, al considerar insuficiente el precio ofertado. En una segunda intentona, tras varias semanas de negociación entre los respectivos consejos y que no ha llegado a buen puerto, tal y se comunicó a la CNMV el pasado 6 de mayo, la entidad de origen vasco ha dado un paso al frente presentando una OPA hostil en los mismos términos que la oferta presentada al Consejo del Banco Sabadell el pasado 30 de abril.

BBVA, con sus asesores, que son JP Morgan SE, UBS Europe SE, Rothschild & Co, Garrigues y DWP, ha valorado minuciosamente la transacción y con esta maniobra ignora al equipo directivo de la entidad opada y se dirige directamente a sus accionistas, tratándose de una estructura fragmentada tras la salida de importantes familias inversoras catalanas y aprovechando que más del 50% son institucionales (fondos de inversión, planes de pensiones, etc.).

En cuanto a la oferta, en lugar de efectivo, BBVA propone un intercambio de acciones, ofreciendo una nueva acción de BBVA por cada 4.83 acciones de Sabadell. Este método de pago introduce incertidumbre para los accionistas de Sabadell, que deben decidir si intercambian sus acciones sin garantía de retorno financiero futuro. Las acciones de Sabadell están ampliamente distribuidas, sin un solo inversor lo suficientemente significativo o de control (como podría ser la familia March en el banco que lleva su apellido), lo que lo hace vulnerable a tal adquisición. El mayor accionista es la gestora BlackRock, con un 3.9%, seguido por varios fondos e inversores minoristas. BBVA requiere la aceptación de más del 50% de los accionistas para finalizar el acuerdo, buscando una integración completa en lugar de un control parcial.

Se trata de una transacción corporativa, con vocación de negocio y “de mercado” entre dos entidades privadas cotizadas; pues bien, se ha convertido en un culebrón mediático en nuestro país, otro más. Los medios lo presentan como un suceso dramático, en sintonía con las opiniones políticas del gobierno. Conviene recordar que antes de la Gran Crisis Financiera iniciada en 2008, operaban en España más de 60 entidades y ahora unas 10, se produjeron muchas fusiones y adquisiciones por absorción, algunas por necesidad, pero en última instancia, con el objeto de redimensionar un sector que estaba sobredimensionado tras el boom inmobiliario (se decía que había más sucursales que bares en nuestro país…). Se produjeron cierres de oficinas, reduciéndose el parque en más de un 40%, y proporcionalmente la plantilla, mediante EREs, salidas voluntarias y también despidos. Este proceso duró básicamente una década.

Ahora se plantea una operación para resultar en un banco más robusto, más internacional, con una elevada complementariedad de negocio y sinergias ¿y se presenta como un drama? ¿cuál es el motivo? ¿las elecciones catalanas, el afán intervencionista, los nacionalismos? Aquí deben imperar las reglas de mercado y si se cumple con la normativa, no afecta a la competencia y no se ven lesionados los derechos de los usuarios bancarios, no deberían ponerse más pegas. Por tanto, deben pronunciarse la CNMV, la CNMC y por supuesto, los accionistas de la entidad opada.

De prosperar la OPA, el resultado alterará el mapa bancario español, una vez más. La consolidación bancaria es un fenómeno necesario (economías de escala, eficiencia, competitividad, sinergias) y nos autoengañaríamos si pensáramos que los bancos comerciales se diferencian mucho entre sí en lo que ofrecen…con lo que menos telenovela y más mercado. Por experiencia propia, a los empleados de Banco Sabadell que se vean afectados, les puedo asegurar que “existe vida tras la banca”, mucha y mejor. Feliz domingo.