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La revolución verde de la Unión Europea

PUNEET VASWANI, ASESORAMIENTO Y GESTIÓN PATRIMONIAL
18/07/2021

Como bien es sabido y debido a los numerosos acontecimientos de naturaleza climática que están aconteciendo en nuestro planeta, siendo los últimos más notorios, las olas de calor y las peligrosas lluvias e inundaciones de la pasada semana en Alemania y otros países de centro Europa, el cambio climático es un fenómeno del que ha de concienciarse toda la sociedad, más allá de las instituciones. Es por ello por lo que la Comisión Europea ha anunciado el pasado 14 de Julio su plan estratégico llamado “El Pacto Verde Europeo”, con el que pretende transformar la economía de la UE para lograr un continente climáticamente neutro.

Este plan en pos del cambio climático propone una serie de medidas que conforman la mayor iniciativa verde de la historia de la Unión Europea. Estas políticas abarcan una gran variedad de sectores económicos tratando de generar cambios profundos en los mismos para lograr así una mayor eficiencia, competitividad y reducir las emisiones al menos en un 55% para 2030, en comparación con niveles de 1990. Si bien es una iniciativa ambiciosa, cabe destacar que aún no es definitiva ya que dichas medidas aún no se han debatido en el Parlamento Europeo.

Entre las diferentes políticas con las que se arma el plan, se encuentran, de forma generalista: la prohibición de la venta de vehículos contaminantes para 2035; la creación de un fondo social del clima para paliar efectos del aumento de precios de la energía; un plan de estrategia forestal; aumentos de los puntos de carga eléctrica para vehículos; un sistema agroalimentario sostenible apoyado por la política agrícola común; la transición digital en el sector industrial para reducir las emisiones contaminantes, etc.

La implementación de estas políticas conlleva una serie de cambios profundos en la forma en la que entendemos la economía de varios sectores, y además una serie de beneficios ambientales que mejorarían la calidad de vida los ciudadanos de la UE, como, por ejemplo: agua más limpia, aire menos contaminado, alimentos saludables y asequibles, productos más duraderos y reciclables, edificios renovados y eficientes en términos energéticos, un transporte público mejorado, entre otros.

Estas nuevas propuestas incidirán en el conjunto de las cadenas de valor de sectores como la energía y el transporte o la construcción y la rehabilitación, y contribuirán a la creación de puestos de trabajo sostenibles, locales y bien remunerados en toda Europa. Además, estarán financiadas con un tercio de los 1,8 billones de euros del plan NextGenerationEU y el presupuesto para 7 años de la Unión Europea.

Sin embargo, pese a que esta revolución verde se ha formalizado institucionalmente en los últimos meses, es cierto que es un concepto que lleva ya varios años en boca de inversores e instituciones de todo el mundo a través de productos financieros relacionados con la sostenibilidad y el cambio climático. Los llamados instrumentos ESG (Environmental, Social, Governance), entre los que se encuentran los “bonos verdes, sociales y sostenibles”, que son los que permiten financiar proyectos de esta naturaleza. El movimiento ESG ha venido para quedarse y toda la industria financiera (fondos de inversión especialmente) se está adaptando a las normativas que han emanado a escala mundial, de forma que el inversor pueda conocer que su dinero está empleado de forma alineada con sus intereses y en empresas no contrarias al cuidado del medioambiente y del planeta. Queda mucho por hacer, pero la conciencia colectiva ha despertado. Esperamos que no sea tarde.