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€STR: el nacimiento de un nuevo tipo de referencia

MIGUEL ÁNGEL DIAZFINANZAS CORPORATIVAS

16/06/2019

Los tipos de interés de referencias son una pieza fundamental del enorme puzle formado por el sistema financiero global, el sector bancario y la economía en general. Estos índices son empleados por una amplia variedad de agentes, desde las entidades de crédito en operaciones de financiación a familias y empresas, hasta los creadores de mercado de instrumentos derivados.

La importancia de los tipos de interés gravita en torno a tres aspectos fundamentales. En primer lugar, son empleados en los contratos a tipo variable, lo que reduce su complejidad y facilita la estandarización. Un rápido vistazo al mercado de préstamos hipotecarios español evidencia la utilidad de estas herramientas, siendo la base para el cálculo de las condiciones financieras aplicadas sobre el 60% de los nuevos préstamos hipotecarios para la adquisición de viviendas firmados en marzo del presente ejercicio (INE). En segundo lugar, son una pieza clave en la valoración financiera, empleándose como tasa de descuento para comparar magnitudes monetarias que se devengan en diferentes momentos del tiempo. Por último, son ampliamente utilizados en los mercados de derivados, aplicándose a contratos de swaps (permutas financieras), futuros y opciones.

Pese a sus evidentes beneficios, los principales índices de referencia han copado titulares por el proceso judicial en curso en el TJUE en relación con la transparencia en la comercialización de préstamos hipotecarios referenciados al IRPH (Índice de Referencia de Préstamos Hipotecarios) y por los escándalos de manipulación por parte de determinadas entidades financieras. En este sentido, es importante destacar que en 2013 la autoridad europea de competencia impuso una astronómica sanción de 1 500 millones de euros a seis instituciones financieras por actuar como cártel y manipular los índices LIBOR, EURIBOR y TIBOR entre los años 2005 y 2010.

El problema fundamental que afectaba los tipos de referencia era consecuencia de que tanto la actividad de suministro de datos y su cálculo, como las entidades que los administraban y publicaban, no estaban reguladas ni sujetas a supervisión pública. La forma del cálculo se basa en las contribuciones (en el caso de algunos índices se trata de indicaciones, no referidas a transacciones reales) que realizan, de forma voluntaria, una serie limitada de entidades que ha ido mermando en número durante los últimos años. El hecho de que sean las propias entidades financieras quienes, a través de sus indicaciones, sienten las bases para establecer los tipos de referencia que determinan las características de las operaciones que acometen, es la causa de un evidente conflicto de interés.

Los citados escándalos de manipulación sobre los principales índices de referencia de tipos de interés, unido a los devastadores efectos de la pasada crisis financiera y la consecuente crisis de liquidez en el mercado interbancario, centraron el foco de atención sobre una de las grandes debilidades del sistema financiero y llevaron a la creación de un Grupo de Trabajo, por iniciativa del Banco Central Europeo (BCE), la FSMA (Financial Servicies and Markets Authority), la ESMA (European Securities and Markets Authority) y la Comisión Europea, que tenía por objeto la identificación y recomendación de nuevos índices de referencia.

Fruto de la evaluación realizada por el citado Grupo de Trabajo se ha creado el €STR (Euro Short Term Rate) un nuevo índice de referencia que refleja el coste de financiación de las entidades de crédito en el mercado interbancario a un día, calculado a partir de transacciones reales en euros no garantizadas, reportadas diariamente por un panel de bancos. Este índice empezará a ser publicado a partir de octubre de 2019 por el BCE y a partir de enero de 2020 sustituirá por completo al EONIA (Euro OverNight Index Average), utilizado mayoritariamente como referencia en mercados de derivados, siendo además un claro indicador de la función de transmisión de la política monetaria de las entidades de crédito.

En conclusión, el desarrollo de un nuevo tipo de interés de referencia es un proceso arduo y de difícil implementación, pero absolutamente necesario para solventar las debilidades del sistema financiero y garantizar la confianza e integridad del mercado.