Asesor financiero: regulado o intruso
21/09/2025
El dinero que tanto esfuerzo nos cuesta ganar merece un cuidado especial. No basta con dejarlo dormir en una cuenta bancaria sin remuneración, ni fiarse de cualquiera que se presente como “asesor”, “consultor” o “coach”.
Conviene recordar que el asesoramiento financiero es una actividad regulada en España. Solo pueden prestarlo las entidades autorizadas por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) bajo la normativa vigente: Ley del Mercado de Valores y la Directiva MiFID II. Esto significa que únicamente las Empresas de Servicios de Inversión (ESI), las Sociedades Gestoras de Instituciones de Inversión Colectiva (SGIIC) y las entidades financieras están legalmente habilitadas para dar recomendaciones personalizadas de inversión.
La realidad, sin embargo, es que buena parte del sector se limita a colocar productos de su plataforma, a menudo con buena intención, pero sin co-invertir con el cliente ni realizar una due diligence exhaustiva de lo que recomiendan. Trabajan con miles de productos y rara vez existe un verdadero alineamiento de intereses.
En paralelo proliferan los “falsos asesores”: coaches, consultores, consejeros o mentores, -por no hablar de los finfluencers-, que operan de forma independiente (freelance) y online, dando consejos y cobrando, sin estar vinculados a ninguna firma regulada. Pueden exhibir títulos llamativos o certificados de moda, pero no cumplen las exigencias legales ni las responsabilidades que impone la CNMV.
En este contexto, ¿qué debe buscar un ciudadano cuando decide poner en manos de un profesional la gestión de sus ahorros? Estas son diez claves esenciales que conviene tener presentes:
- Regulación y supervisión: El asesor debe estar inscrito en los registros oficiales de la CNMV. Si no lo está, no puede asesorar legalmente.
- Independencia real: Un asesor independiente no está atado a vender el producto de su casa (marca propia), ni condicionado por intereses comerciales.
- Transparencia en costes: Debes saber con total claridad cuánto y cómo cobra tu asesor. Nada de comisiones ocultas ni letra pequeña.
- Experiencia contrastable: No es lo mismo recomendar un fondo desde un mostrador bancario que haber gestionado carteras institucionales en los mercados internacionales y en plena crisis.
- Alineamiento de intereses (skin in the game): Un verdadero asesor invierte su propio dinero en las mismas ideas que recomienda a sus clientes.
- Trayectoria y formación continua: El conocimiento técnico y la experiencia deben renovarse. Los mercados, la regulación y los riesgos cambian constantemente.
- Visión integral: El buen asesor no solo habla de un fondo o una acción. Analiza el patrimonio, la fiscalidad, el horizonte y objetivos vitales y el perfil de riesgo del cliente.
- Claridad en la comunicación: Un buen consejo se explica de manera sencilla y transparente, con informes periódicos y un relato comprensible para el cliente, con disponibilidad 24×7.
- Ética profesional: No se prometen rentabilidades irreales ni se utilizan tácticas de venta agresiva. La confianza se gana con hechos, no con palabras.
- Figura natural: la EAF (Empresa de Asesoramiento Financiero). En España la EAF es la figura independiente por excelencia. En EE. UU. los RIAs, en Reino Unido los IFAs. Allí miles; aquí apenas 150. La diferencia está en la cultura financiera, aún pendiente de consolidarse en un país muy bancarizado por tradición.
En definitiva, la diferencia entre “colocar” productos y asesorar de verdad es enorme. La banca comercial, por volumen, se centra en lo primero. Los “falsos asesores” no cumplen ni la mínima regulación. Y el cliente queda desprotegido y luego vienen los problemas.
Por eso insistimos: pregunten, comparen, exijan. Su dinero merece un asesor que esté regulado, que actúe bajo la normativa MiFID, que sea independiente, que co-invierta con el cliente y que realice un análisis riguroso antes de recomendar nada.
Porque al final, el verdadero valor de un asesor está en acompañarlos de manera honesta y profesional, defendiendo sus intereses como si fueran los propios.