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La agricultura como inversión

MUNESH MELWANI,  SOCIO-DIRECTOR GENERAL
11/10/2020

Ya en anteriores artículos hemos abordado las megatendencias que se producen en este planeta, tales como el envejecimiento de la población, el cambio climático, las megaturbes, la digitalización, etc., como temática de inversión. No obstante, hay una de ellas, que se ha puesto más de relieve aún como consecuencia de la crisis económica global desatada por la pandemia del Covid-19: el aumento de la demanda mundial de alimentos. Las previsiones más fiables sitúan la población mundial en 9.000 millones de personas en 2050, lo que supondría según la FAO un aumento de la demanda de alimentos del orden del 70% dada la casuística geográfica de dicho crecimiento demográfico. Es razonable pensar que todo ello se traduzca en una escasez de alimentos si no se adoptan medidas con décadas de antelación.

Habitualmente son los factores climáticos los que influyen sobre la evolución de los precios de los productos alimenticios, en la medida en que ejercen una fuerte presión sobre los precios de las materias primas. No obstante, shocks como el coronavirus, ha provocado un encarecimiento de varias materias primas agrícolas y ganaderas, que, si bien este ámbito de la inversión se reserva a inversores especializados, si se traduce luego en algunos alimentos de gran consumo. El Covid-19 ha cambiado incluso los hábitos alimenticios de muchos consumidores, especialmente durante la cuarentena: recordarán la escasez de harinas y levaduras en los supermercados…es un fenómeno que se dio a escala global.

Se trata de un sector cíclico, el de las materias primas agrícolas, diverso e interesante, ya que cada una de ellas tiene su propia dinámica de oferta y demanda, debido a las condiciones climáticas de los diferentes países productores. El trigo merece especial atención: presenta un fuerte excedente de producción global, si bien, los principales países productores como China, India, Rusia, y EE.UU. han adoptado medidas para estabilizar los precios y es que estamos en un contexto en el que ya se habla de un movimiento antiglobalización, en el que cada país vela primeramente porque sus ciudadanos estén abastecidos y además haya reservas suficientes, para luego exportar. España es por ejemplo el tercer mayor productor de trigo duro de la UE, el que se utiliza para la elaboración de la pasta; pues bien, la demanda ha hecho elevar los precios de esta modalidad por encima del 25% en 2019.

Bajo un enfoque inversor, los precios de las materias primas agrícolas están en mínimos históricos y se espera que remonten conforme se vaya superando la pandemia y se vaya recuperando la actividad económica, sobre todo la vinculada con los viajes, turismo y restauración, si bien existe un exceso de oferta en alguna de ellas. La agricultura se considera uno de los grandes temas de inversión del sigo XXI; no en vano, conceptos como las granjas (no solo rurales, sino también urbanas), los abonos, las proteínas, forman parte del vocabulario de los gestores de fondos de inversión que invierten en estas materias primas y en el sector agrícola que, en definitiva, provee al de la alimentación. El auge de productos como el trigo, la soja o el maíz, atraen inversiones de miles de millones de dólares en los mercados de futuros bursátiles en los que cotizan, pero también se puede invertir en terrenos, explotaciones agrícolas, compañía no cotizadas innovadoras, fabricantes de fertilizantes, pesticidas, embalajes, confitería saludable, productores de semillas, fabricantes de tractores y cosechadoras, operadores de tierras agrícolas o proveedores de logística, etc., algunas de las cuáles cotizan en bolsa y otras no.

Si bien se cultivan miles de plantas comestibles en el mundo, menos de una docena aglutinan la mayor parte del consumo humano y ganadero. La agricultura está ganando en productividad y se aplica incluso la ingeniería genética en alimentar al mundo reduciendo el precio de los productos. Asimismo, algunos cultivos como la soja (de consumo principalmente ganadero) y el aceite de palma contribuyen a la deforestación, que supone a su vez un factor negativo en el cambio climático.

Como pueden ver, el ámbito de la inversión es muy diverso, complejo y cambiante, y si se va a invertir en sectores atractivos como puede ser el agrícola o de la nutrición, conviene hacerlo de la mano de los mejores especialistas (vía fondos de inversión) y siempre bien asesorados.