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Desorden político en Francia

ALBERTO LEÓN, ASESORAMIENTO Y GESTIÓN PATRIMONIAL

21/12/2025

Francia atraviesa uno de los periodos de mayor inestabilidad política de la última década, convirtiéndose en uno de los principales focos de incertidumbre dentro de la Eurozona. El país combina un parlamento fragmentado, una sucesión de gobiernos débiles y la imposible misión de realizar reformas estructurales necesarias.

Dentro del panorama de incertidumbre política en la que se encuentra, habría que remontarse a las elecciones legislativas anticipadas en 2024, que lejos de aportar estabilidad, dieron como resultado un parlamento sin mayorías claras y con bloques ideológicos incapaces de realizar acuerdos duraderos. Con Macron aún como presidente de la nación, el auge de otros movimientos políticos contrarios como Reagrupamiento Nacional o el Nuevo Frente Popular han mantenido la política francesa dividida.

En los últimos dos años el país galo ha tenido cuatro primeros ministros al frente del gobierno. Tras las elecciones de 2024, Gabriel Attal presentó su dimisión tras la derrota del bando presidencial. Macron tardaría 51 días (con los Juegos Olímpicos de por medio) en nombrar a su sucesor, Michel Barnier, quien duró tres meses en el cargo, perdiendo una moción de censura tras intentar aprobar presupuestos sin votación. Tras él, le siguió François Bayrou, quien si conseguiría aprobar el presupuesto, pero tras una moción de confianza se vio relegado de su puesto sin haber cumplido un año al cargo. Sébastien Lecornu tomaría las riendas tras Bayrou, aunque solo 27 días presentaría su dimisión, y apenas cuatro días después Macron volvería a elegir a Lecornu como primer ministro, para que cumpliera con la misión de formar gobierno y aprobara los presupuestos del año entrante.

En cuanto a la economía, las cuentas públicas siguen siendo deficitarias, con un déficit sobre PIB del 5,3% esperado, una deuda que ya alcanza los 3,35 billones de euros (un 114% sobre PIB), y unos intereses sobre esta deuda que sobrepasan los 60 mil millones de euros. A su vez, las pensiones siguen siendo el caldo de cultivo del conflicto político-económico galo, con un gasto en las mismas de 12,5% del PIB, uno de los más altos de la OCDE. Dentro de las actuaciones del gobierno para mejorar la estabilidad económica, se han aumentado impuestos sobre grandes fortunas con la finalidad de disminuir el déficit, a la vez que se ha intentado aprobar una reforma de pensiones establecida en 2023, la cual incrementaría la edad de jubilación de 62 a 64 años, y que recientemente ha sido frenada por el parlamento, tras un cúmulo de protestas y malestar social en el país.

En los mercados bursátiles, el CAC 40 ha tenido un buen rendimiento en el presente año, con una subida del 14,20%, impulsada por empresas como Société Générale, ArcelorMittal, Kering o BNP Paribas. Los mercados de renta fija, más sensibles a las características propias del emisor, muestran un rendimiento del bono a 10 años de 3,60%, con un diferencial de 70 puntos básicos sobre el rendimiento del Bund alemán, reflejando la incertidumbre político-económica del país galo sobre la principal economía europea.

Con todo esto, Francia continúa siendo la segunda mayor economía y el mayor productor de alimentos de la Unión Europea, y forma la mitad del PIB de la zona euro junto a Alemania. Por otro lado, es el país con mayor armamento de la UE y tiene potencial de disuasión nuclear, cumpliendo un papel fundamental en la defensa del continente europeo, más en un entorno geopolítico en el que Trump insta a los países europeos a defenderse por sí mismos.

Teniendo en cuenta la relevancia económica de Francia y su papel en la defensa de la UE, es razonable pensar que no existe una base de crecimiento económico-social en Europa sin una Francia fuerte, algo que parece complicado en el corto plazo debido a los problemas coyunturales de la política y la economía francesa que lastran al país. Aun así, en un año marcado por vaivenes y cambios de gobierno, los mercados franceses han tenido un buen rendimiento, lo que refleja la importancia de estar invertido y el alto coste que puede tener no estarlo, aun cuando la política no acompañe.