
Buffett: más allá de la rentabilidad
11/05/2025
El pasado sábado 3 de mayo durante la reunión de la junta general de accionistas de Berkshire Hathaway se produjo un hecho histórico en la industria de la inversión: Warren Buffett, el que para muchos ha sido y es el mejor inversor de la historia, anunció que ponía fin a su andadura como CEO la compañía. Su sucesor será Greg Abel, uno de sus hombres de mayor confianza en los últimos años y quien asumirá la enorme responsabilidad de ser capitán de un buque histórico.
El anuncio de retirada llegó a sus 94 años (lo hará a sus 95) y tras alcanzar la inverosímil rentabilidad anualizada del 19,9% desde 1965 hasta 2024, frente al 10,2% del índice de referencia más famoso, el S&P 500. En términos agregados se trata de una rentabilidad del 5.502.284%. Cifras vertiginosas que despiertan la admiración de cualquiera.
Sin embargo, tras dimensionar la carrera de Buffett, más allá de los números ¿qué podemos aprender de él?
Desde muy joven el inversor estadounidense mostró un interés genuino por los negocios. Como otros tantos genios en la historia, esa pasión le llevaría a ser la figura que es hoy. Sus ideas fueron influenciadas en gran medida por otro histórico inversor, Benjamin Graham, padre de la inversión en valor, filosofía que Buffett seguiría. Así, se observa que como inversores vivimos en un constante aprendizaje y nuestros referentes tienen un impacto abismal en nuestras decisiones.
La forma de invertir que adoptó el también conocido como “Oráculo de Omaha” consistía en la búsqueda de empresas que cumpliesen con los siguientes requisitos:
- Modelo de negocio fácil de entender.
- Valor de mercado inferior al valor intrínseco del negocio.
- Ventajas competitivas sólidas y sostenibles en el tiempo (también conocidas como MOATS).
- Buenos resultados de forma periódica.
- Equipo directivo competente y alineado con los accionistas
Esto nos deja con dos mantras útiles para cualquier inversor: “Invierte solo en lo que entiendas” y “enfócate en el valor real del negocio, no en modas.”
En 1965, Buffett adquirió Berkshire Hathaway, una empresa textil en decadencia. Desde entonces la transformó en un vehículo de inversión a través del cual aplicaba su filosofía a largo plazo, convirtiéndola así en una de las compañías más exitosas del mundo.
Otro personaje que influenció enormemente al mítico inversor fue Charlie Munger, su socio y mano derecha durante más de 50 años. Charlie le convenció de que era preferible comprar una empresa maravillosa a un precio justo antes que una empresa mediocre a un precio excelente. Este giro conceptual dio pie a algunas de las inversiones más icónicas de su carrera entra las que se encuentran empresas como Coca Cola en 1988 y, más recientemente, Apple en 2016.
En el caso de la empresa de bebidas refrescantes, la posición fue adquirida poco después del lunes negro de 1987, cuando se produjo una de las mayores caídas porcentuales en un solo día de la bolsa americana. Desde entonces ha sido mantenida hasta la fecha, beneficiándose tanto de la revalorización de ésta como de los miles de millones en dividendos que ha generado. Este movimiento ejemplifica la importancia de pensar en largo plazo, evitar la especulación, y ser disciplinado con nuestras inversiones.
En definitiva, creemos que las ideas del histórico inversor constituyen los cimientos de un pensamiento que permite a las personas adoptar buenas prácticas a la hora de invertir. Como el bien decía: “no hay que hacer cosas extraordinarias para conseguir resultados extraordinarios.” Buffett no utilizaba procedimientos extravagantes, mantenía sus inversiones simples. Más que una metodología de inversión, el legado de Buffett nos deja un estilo de vida basado en la paciencia, la disciplina y la humildad.