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Invertir en tiempos de guerra

MUNESH MELWANI, SOCIO-DIRECTOR GENERAL

08/04/2024

En una era marcada por intensas tensiones geopolíticas a escala planetaria—desde los enfrentamientos comerciales entre EE.UU. y China hasta el conflicto Israel-Palestina en Oriente Medio, pasando por la guerra entre Rusia y Ucrania, sin olvidar la rivalidad nuclear de Irán y Corea del Norte—el panorama para los inversores parece lleno de riesgos. Sin embargo, dentro de este mosaico de incertidumbre global yace un tapiz de oportunidades para el inversor perspicaz. La clave para navegar estas aguas revueltas no se encuentra en operaciones originales ni haciendo trading a corto plazo, sino en un compromiso inquebrantable con los principios fundamentales de la inversión que han resistido la prueba del tiempo.

La esencia de la inversión en valor (value investing) reside en la identificación de compañías infravaloradas por el mercado. Este concepto, aunque parece simple en la teoría, exige un análisis riguroso de los fundamentos de una empresa, una comprensión profunda de su valor intrínseco y, quizás lo más crucial, la paciencia para esperar a que el mercado reconozca y corrija su infravaloración. En tiempos de inquietud geopolítica, la tendencia de los mercados a reaccionar emocionalmente (no olvidemos que detrás siempre hay personas) crea habitualmente distorsiones en la valoración de los activos. Para el inversor astuto, estos momentos de desajuste representan oportunidades maduras para adquirir activos de calidad con descuento.

La diversificación, un principio a menudo enaltecido en los anales de la sabiduría inversora, asume una importancia elevada en el sensible entorno global de hoy. Distribuir las inversiones a través de una variedad de sectores, geografías y clases de activos puede mitigar los riesgos inherentes en cualquier área de exposición única. Sin embargo, la diversificación no debe ser confundida con una dispersión indiscriminada de posiciones en una cartera. En su lugar, exige una asignación estratégica de capital, guiada por una investigación exhaustiva y una comprensión de cómo los eventos globales afectan a diferentes sectores y mercados.

También conviene destacar la importancia de la resiliencia ante los vaivenes del mercado y el mantenimiento de una perspectiva a largo plazo. Las fluctuaciones del mercado a corto plazo, impulsadas por titulares y sentimientos, a menudo tienen poca relación con el potencial a largo plazo de las compañías bien posicionadas. Los inversores que son influenciados por las vicisitudes del mercado corren el riesgo de abandonar inversiones sólidas en momentos inoportunos. En cambio, un enfoque orientado al largo plazo y en el valor subyacente de los negocios, puede permitir a los inversores superar períodos de volatilidad, beneficiándose de la corrección eventual del mercado que desalinea los precios de las acciones con su valor intrínseco.

Además, el ámbito de la inversión global ya no es solo el dominio de grandes corporaciones y fondos soberanos. Los inversores individuales, equipados con una riqueza de información inédita gracias a Internet y de herramientas analíticas robustas con bajo coste, cuentan con los medios para evaluar oportunidades y riesgos globales, siempre que tengan la formación financiera adecuada, claro está. La democratización de la inversión ha habilitado un enfoque más matizado para incorporar el análisis geopolítico en las estrategias de inversión, permitiendo a los inversores identificar y actuar sobre tendencias y cambios que podrían tener implicaciones de amplio alcance.

En conclusión, invertir en tiempos de guerra, sea comercial o armada, exige ceñirnos a los principios fundamentales de la inversión. Aunque el entorno global actual puede parecer desalentador, la historia ha demostrado que es precisamente en tiempos como estos, así como en las crisis económicas, cuando emergen las mayores oportunidades para la creación de valor a largo plazo. Para aquellos dispuestos a realizar un análisis riguroso y mantener la disciplina en su enfoque de inversión, las recompensas pueden ser sustanciales, más allá de que el camino en la creación de valor sea más o menos tortuoso. Se trata en definitiva de hacer bien los deberes y tener convicción.