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Visión económica global

MUNESH MELWANI,  SOCIO-DIRECTOR GENERAL
19/06/2020

Qué duda cabe que estamos viviendo un 2020 sin precedentes e irnos de vacaciones nos da cierto reparo estando inmersos en la crisis económica propiciada por la pandemia, que está provocando rebrotes por todo el mundo y que todavía sigue en su primera ola en algunas zonas de Asia y Latinoamérica. El Covid-19 se sigue expandiendo por el mundo, superando los 13,8 millones de contagios y rozando los 600.000 muertos, suponiendo la mayor conmoción desde las guerras mundiales del siglo pasado. En algunos lugares donde la reapertura económica se ha cuidado, ya se está retrocediendo a fases anteriores y el otoño preocupa especialmente en el hemisferio norte.

 

No obstante, a nivel macro, la producción industrial y el consumo se están recuperando desde el shock de marzo/abril y en los próximos meses se publicarán probablemente datos mejores, al no ser que volvamos a una segunda ola mundial de contagios que implique un nuevo parón en la actividad económica. En cualquier caso, un repunte en el impulso del crecimiento no deberíamos confundirlo con una recuperación propiamente dicha, dado que estamos inmersos en una recesión económica.

 

Con vistas a la segunda mitad del año en la que entramos, preocupa especialmente la evolución del virus, las respuestas gubernamentales para su contención, la efectividad y agilidad en la implementación de las medidas monetarias y fiscales sobre las economías, el desenlace de las elecciones en EE.UU. de noviembre y los resultados empresariales/salud financiera tanto de grandes compañías, como la supervivencia de pymes y autónomos, con un efecto directo sobre el empleo. En realidad, todo gira entorno a la solución sanitaria: una cura efectiva (se ha avanzado algo con la cloroquina/hidroxicloroquina y el remdisivir) y la vacuna preventiva.

 

Si analizamos el mundo por zonas, en EE.UU. la recuperación se está produciendo a trompicones, con un crecimiento dañado, así como su mercado laboral, que si bien es de los más flexibles y muy ligado al consumo, se espera un retroceso del PIB para 2020 el orden del -5,5% y un crecimiento para 2021-22 del 3,5%. El Covid-19 está repuntando a niveles alarmantes en distintos estados, como California y Arizona entre otros, teniendo que revertir decisiones de reapertura de negocios. La tensión financiera de los hogares puede durar unos meses más, retrayendo la demanda, y si bien los paquetes de ayudas y dinero movilizado tanto por la Fed como por la Casa Blanca han sido los mayores de la historia (10% de su PIB), si la crisis se prolonga, previsiblemente tengan que anunciar nuevas medidas. En el plano electoral, Biden del partido demócrata gana enteros, y apunta a una reñida campaña, lo que implica que el resultado podría suponer que ninguno de los dos partidos disfrute de una mayoría fuerte a futuro, complicando la aprobación de legislaciones ambiciosas.

 

En lo que se refiere a la Eurozona, muy golpeada por la pandemia, pero que ha resuelto mejor que otros su contención por las medidas restrictivas aplicadas, se enfrenta a una crisis económica de órdago, para la que no hay acuerdo político (al menos mientras escribo este artículo) en cuanto al reparto y los términos del Fondo de Recuperación creado con 750.000 millones de euros. Se pronostica un receso del PIB del entorno del -9% y una recuperación del 5% para 2021. En cualquier caso, hay que destacar que, a parte del Fondo, existen instrumentos como el MEDE y el SURE muy útiles para países muy dañados económicamente como España e Italia. El BCE también ha hecho una buena labor, mitigando el riesgo de estrés en los mercados de deuda soberana, implementando un ambicioso programa de compras de bonos. El Fondo resulta estratégico pues supone un paso hacia adelante en términos de gestión presupuestaria solidaria para la Eurozona, habiendo dos bloques de países que no han ocultado su pensamiento enfrentado. En el Reino Unido, muy golpeado, persiste el riesgo del Brexit y la recesión es similar a sus colegas europeos.

 

 

De las potencias mundiales, parece que China es la única que cerrará el año en positivo en términos de crecimiento (un 1% en 2020 y un 8% en 2021 según el FMI), pues al sufrir antes el embate del virus, ha sabido aplicar medidas de confinamiento y luego de reapertura progresiva, arrojando datos de control a priori convincentes. Diversos indicadores económicos han regresado a niveles preCovid-19, si bien no todos los segmentos económicos pueden volver a la normalidad mientras el virus siga en circulación. El gobierno chino ha respondido con medidas de ayuda que suponen un 3% de su PIB, bastante prudente, mientras el acceso a crédito para las pymes sigue siendo complejo.

 

Por su parte, Japón ha evitado grandes brotes, si bien la actividad cayó bruscamente en el 2º trimestre y se empieza a recuperar ahora con un paquete de medidas fiscales y monetarias importantes. En cuanto a los emergentes, Latinoamérica y el sudeste asiático están registrando grandes brotes del virus que no han tocado todavía su techo. Gran parte de las herramientas disponibles (recorte de tipos, libre flotación de sus monedas, aumentos presupuestarios, organismos supranacionales, etc.) se han utilizado, con lo que deberán centrar sus esfuerzos en contener la pandemia. Por el contrario, hay países asiáticos orientales, como Taiwan y Corea del Sur que han controlado bien el virus y su crecimiento económico no se ha visto tan dañado.

 

Tendremos que estar muy atentos a los acontecimientos. Promete ser un verano movido.