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Sayonara 2020

MUNESH MELWANI,  SOCIO-DIRECTOR GENERAL
27/12/2020

En pocos días despediremos un año complejo, inédito, dramático, surrealista, en definitiva, un año de grandes aprendizajes. Dejamos atrás un año que no queremos volver a vivir, como si de una pesadilla se tratase, pero que ha sido real y muy real, con consecuencias enormes en el plano sanitario y social, y cómo no, en el plano económico.

Ha sido uno año excepcional del que deberíamos sacar lecciones de vida y del que, como especie en este planeta, creo que hemos salido más unidos, más reforzados y espero que más concienciados de nuestras vulnerabilidades de cara al futuro. Haciendo una abstracción de nuestro día a día, parece como si se estuviera brindando otra oportunidad para seguir adelante, si bien tenemos que aplicar cambios para que esto sea viable, empezando por nosotros mismos como personas y haciendo que de forma colectiva impactemos de forma positiva y palpable en nuestro entorno, como sociedad, en busca de la sostenibilidad en el medio plazo. Muchos expertos señalan el año 2030 como el de “no retorno”, pues dependerá de todos y cada uno de nosotros llegar a cubrir este hito a escala mundial.

En el ámbito económico, llevo casi 25 años analizando las economías, su evolución, los mercados financieros, habiendo experimentado más de 8 crisis anteriormente, si bien, ésta ha sido la primera de naturaleza sanitaria y global. Nunca se deja de aprender y hay que saber reaccionar a tiempo, para mitigar su impacto negativo e intentar buscar ángulos positivos de situaciones como las que nos ha tocado vivir. Quién nos iba a decir que, en pleno mes de febrero, cuando las bolsas tocaban sus máximos históricos y la economía iba encaminándose a una recuperación, una pandemia global se iba a llevar todo por delante, golpeando los mercados y el crecimiento, como nunca se había visto, cayendo las bolsas hasta un 40% en cuestión de 60 días y acumulando los países retrocesos trimestrales en sus PIB superiores al 10%.

Estos movimientos provocaron el pánico y el desconcierto en la comunidad inversora, pero también en la sociedad. Se trataba de una crisis excepcional y requería medidas y actuaciones extraordinarias. Tengo que decir que tanto los gobiernos (algunos mucho mejor que otros) como los bancos centrales (con sus programas de Quantitative Easing -QE-), estuvieron a la altura, lanzando paquetes de medidas de política fiscal y monetaria para paliar de alguna forma el impacto, especialmente agravado con los períodos de confinamiento y, por tanto, de paralización económica total. Para que se hagan una idea de la magnitud de la liquidez inyectada en los respectivos sistemas financieros, desde la Gran Crisis Financiera desatada en 2008, los 3 planes cuantitativos QE juntos han durado casi 10 años y han supuesto unos 4 trillones de dólares, pues bien, solo en 2020, se ha inyectado la misma cuantía en tan solo medio año. La FED y el BCE han tenido que comprar no solo deuda estatal, sino también deuda corporativa de menores calidades de solvencia, implementando asimismo la “barra libre a medio plazo” para que los bancos se financien a tipos cero y puedan prestar a la familias y empresas.

Ahora, con las vacunas ya implementándose, también un logro excepcional en tiempo record brindado por la ciencia y la colaboración médico-farmacéutica internacional, ya podemos mirar al futuro con mayor esperanza, con el deseo de alcanzar progresivamente la ansiada normalidad en nuestras vidas. Pero, por seguir profundizado no solo en lo negativo, este 2020 nos deja cambios y tendencias que han venido para quedarse, en lo que ha venido a denominarse la economía de bajo contacto o “low-touch”. Y es que se ha acelerado la adopción tecnológica unos 10 años, digitalizándose nuestras vidas en muchos aspectos: el comercio electrónico, la comida a domicilio, la educación online, la videoconferencia, el trabajo en remoto, las consultas médicas a distancia, etc. Hay empresas que son las grandes triunfadoras (las big tech especialmente) y otras, las más impactadas por la paralización de las economías (hoteleras, viajes, restauración, ocio, etc.). Esta crisis ha brindado una ventana única para rentabilizar nuestras inversiones, han existido muchas oportunidades y siguen existiendo otras muchas con vocación de medio y largo plazo.

Que el mundo ha cambiado y este virus ha alterado nuestras vidas es una obviedad, pero pienso que será a mejor. Hemos aprendido muchas cosas, hemos mejorado otras, nos quedan muchas por mejorar y una vez más, el ser humano ha demostrado su capacidad de superación. Les deseo un muy feliz 2021 !