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La nueva normalidad no llega a todos los sectores

VALERIE LEWIS,  SOPORTE DE NEGOCIO
11/07/2021

Desde el comienzo de las crisis de la Covid-19, hay un sector que ha sufrido especialmente las consecuencias de este virus que obliga a la distancia social. No hablamos del turismo, sector muy afectado, sino del ocio nocturno, un sector derribado. La música y las pistas de baile se han visto silenciadas y vacías durante más de un año y medio. Es otra de las consecuencias del daño que ha generado la pandemia en la noche y los locales en donde se realizan estas actividades: discotecas, pubs, terrazas y bares fundamentalmente.

Podemos describir el ocio nocturno como todas las actividades de entretenimiento que se pueden disfrutar cuando cae el sol y que se extienden hasta la mañana siguiente y cuyo objetivo es recrear a los asistentes, pasando un momento diferente en compañía de amigos y allegados. Estas actividades, con sus luces y sus sombras, son un reclamo de la sociedad y son un claro punto de partida para el desarrollo de actividades económicas que dan trabajo a muchas personas en nuestro país. La actividad del ocio nocturno supone una facturación anual de 20.000 millones, emplea a unas 250.000 personas en España, de forma directa e indirecta, y agrupa a alrededor de 50.000 locales, sin incluir la restauración nocturna, que es donde se suele iniciar la misma.

El ocio nocturno juega un papel importante para el sector turístico también, dado que, según diferentes estudios, 3 de cada 10 turistas, eligen nuestro país por la amplia variedad de opciones que ofrece la noche. Lo que ha sido un trago duro de digerir tras el cierre por el estado de alarma del pasado 2020. Según el Estudio de Impacto del Coronavirus en el Ocio Nocturno y Espectáculos, el sector acumula pérdidas de 12.600 millones de euros y la destrucción de 90.000 empleos. El informe también recoge los datos sobre los gastos fijos mensuales a los que las empresas del sector tienen que hacer frente, a pesar de mantener cerrados los establecimientos. Teniendo en cuenta los costes de salarios, cotizaciones de la seguridad social, los préstamos pendientes, alquileres, tasas, etc., el gasto oscila entre los 5.000 euros y los 25.000 según el tipo.

Comunidades autónomas como Cataluña y Madrid, se atrevieron a dar el paso de la reapertura en junio, por ser territorios de baja incidencia y aplicaron planes de desescalada, que contemplaban la apertura de espacios de forma paulatina, pero con ciertas restricciones. Sin embargo, en los últimos días, los contagios y la incidencia acumulada se han disparado, especialmente entre la población más joven. Según los datos publicados por Sanidad, la media española, se sitúa en 717.46 en el grupo entre 20 y 29 años, mientras que entre los mayores de 80 está en 33.59. Ante esta situación, ya son varias las comunidades que se han visto obligadas a retractarse de la decisión de reactivar el ocio nocturno, e incluso están solicitando volver a medidas más radicales como el toque de queda.

La situación en Canarias para el sector de la noche dista mucho de ver la luz al final del túnel, algo que sí se comenzaba a percibir en el territorio peninsular. Ahora, y tras las experiencias en otros territorios, el panorama se vislumbra gris. Los casos en Tenerife siguen en aumento a pesar de los esfuerzos de las autoridades por contenerlo con medidas de vacunación masivas y cribados poblacionales. En el momento de escribir este artículo, el porcentaje de población con la vacunación completa, es decir con una dosis única o dos de ellas, es cercano al 45%. El tan ansiado respiro para la apertura del turismo y la apertura plena de locales, restaurantes, y discotecas, tiene un futuro incierto. Se prevén medidas para la apertura de locales nocturnos tales como aforos limitados, ocupaciones máximas y un registro de asistentes para poder garantizar la trazabilidad ante la posible detección de un caso. Aunque los datos específicos sobre los contagios en actividades nocturnas no están claros, con el disparo de casos entre los jóvenes, la prevención sigue siendo la mejor baza.

Con la quinta ola a pie de calle y una incidencia en la población que se resiste a disminuir por la variante Delta, el ocio nocturno en Canarias, al menos en las islas con mayor número de casos, es sólo una ilusión para algunos pocos. El sector reclama a las autoridades soluciones a corto plazo para recuperar cierta “normalidad”, poder retomar la actividad y evitar cierre de negocios y despidos. Sus reclamaciones, aunque lícitas, se mantienen en el limbo, en post de unas mejores cifras de contagio. Por el momento y por la seguridad de todos, parece nos toca esperar para disfrutar un poco del ocio nocturno.