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Escasez de semiconductores: ¿nos afecta?

PUNEET VASWANI, ASESORAMIENTO Y GESTIÓN PATRIMONIAL
23/05/2021

Con el aumento del ahorro en los hogares debido a la paralización del consumo a lo largo del pasado año, la población a nivel global se ha lanzado a consumir y, con ello, la demanda de los semiconductores se ha disparado. Sin embargo, ¿qué son los semiconductores y cómo hemos llegado a la situación actual?

Por definición, los semiconductores son aquellos materiales que permiten el paso de corriente eléctrica, a la vez que pueden actuar como aislantes – impidiendo el paso de dicha corriente – si se cumplen una serie de factores (temperatura ambiente, estructura atómica o campo eléctrico/magnético al que esté sometido). Este material, es especialmente utilizado en la fabricación de componentes electrónicos de dispositivos que nos rodean en nuestro día a día: móviles, consolas, ordenadores, automóviles, televisores; en definitiva, prácticamente todos los segmentos de la industria tecnológica.

Para ponernos en situación, debemos comprender cómo funciona este sector. Circunscrito por la ley de la oferta y la demanda, los inicios de la escasez – que se puede extender hasta 2023, según IBM – se remontan al segundo trimestre de 2020. Tras los severos confinamientos a escala global debidos a la pandemia, China despejaba su situación y comenzó a demandar chips a los principales fabricantes. Tras esto, en el cuarto trimestre, se vio reflejada una mayor demanda en el sector automovilístico, debido a la transición de vehículos de combustión hacia vehículos totalmente eléctricos. Entre otros factores, la venta de estos vehículos en EE.UU. alcanzó los 3,9 millones de unidades en el tercer trimestre, a la par que la potenciación de la industria 5G traía consigo una mayor demanda de los “chips”.

Además, recientemente, el lado de la oferta se ha visto completamente sacudido por la sequía en Taiwán. Es líder en esta industria – dado que un 21,6% de la capacidad de producción de semiconductores procede de esta región -, seguido por Corea del Sur (20,9%), Japón (16%), China (13,9%), EE.UU. (12,8%) y Europa (5,8%). Pero ¿qué tiene que ver la sequía con la fabricación de semiconductores? Esto se debe a que la producción de chips es mucho más compleja de lo que puede parecer por su tamaño. Para la fabricación de estos componentes, se requieren de fábricas totalmente libres de polvo y con una limpieza absoluta: tienen que estar 10.000 veces más limpia que un quirófano, dado que las obleas de silicio (material semiconductor) no pueden estar expuestas a aire y tampoco ser tocadas por humanos.

Por todo ello, la importancia es máxima. Los semiconductores son cada vez más necesarios y ya representan aproximadamente un 12% del PIB de Estados Unidos en términos de consumo de productos con estos componentes, por lo que dicha escasez podría generar inflación afectando a los bienes de consumo discrecional, tales como: automóviles, teléfonos, Smart TVs, etc. Según datos publicados por NPD Group, el precio de televisores inteligentes ha aumentado un 30% en comparación con el pasado año. Para disminuir la dependencia del país estadounidense de la fabricación de chips en Asia, Biden ha solicitado al Senado la inversión de 50.000 millones de dólares para subsidiar instalaciones en su país. A su vez, Intel aspira a invertir 20.000 millones de dólares en fábricas, para salvaguardar sus intereses en la particular guerra con los fabricantes líderes en el subcontinente asiático.

Desde un punto de vista inversor, conviene estar del lado de los fabricantes y productores de chips, dado que una mayor demanda, conllevará una subida de precios considerable (y, con ello mayores beneficios por ventas); ajustando, por otro lado, más aún los márgenes para aquellas compañías dirigidas al consumidor final. Así, encontramos en el lado de la oferta compañías líderes como Taiwan Semiconductor Manufacturing Company o Samsung Electronics (Corea); mientras que Apple (dirigida al consumidor final) podría recibir cierto impacto en sus márgenes, al no poder repercutir al cliente los mayores costes de producción (si bien, ya reaccionó desde el año pasado fabricando sus propios chips, rompiendo una alianza de 15 años con Intel y ello podría contrarrestar el efecto), debido a la competencia de precios finales con los dispositivos Android. ¿La solución? A priori, debería ser aumentar la producción por el lado de la oferta, pero el proceso no es nada sencillo, dado que abrir una de estas fábricas conlleva una inversión mínima de 10.000 millones de dólares y de dos a cuatro años desde que se inicia su construcción hasta estar operativa, debido a su complejidad. Por ende, la solución a largo plazo parece resultar evidente: evitar el oligopolio asiático actual en este sector, ampliando alternativas en Europa y EE.UU., con una actuación coordinada entre compañías y gobiernos.