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El fin de la era de tipos cero

MUNESH MELWANI, SOCIO-DIRECTOR GENERAL DE CROSS CAPITAL
25/07/2022

Como saben, el BCE ha subido tipos, la primera vez tras 11 años. Normalmente, el cuerpo y la mente se acostumbran a lo bueno, aunque sea anormal o atípico, como lo ha sido la etapa de tipos cero (y negativos) que hemos vivido desde la Gran Crisis Financiera (GCF) desatada en 2008. Los bancos centrales actuaron de forma excepcional para sanar al sistema financiero, reforzar la solvencia de los bancos y, en definitiva, proveer de liquidez a familias y empresas. Por tanto, se imprimió e inyectó una ingente cantidad de dinero y se prestó casi gratis a la economía real, para que ésta se recuperara de la recesión. Por su parte, también los gobiernos actuaron en el ámbito de la política fiscal, redujeron el gasto, recondujeron su déficit, etc., pero cuando ya estábamos saliendo de la GCF y los bancos centrales habían anunciado un endurecimiento progresivo de la política monetaria, surgieron presiones deflacionistas, y luego vino la pandemia y vuelta a empezar, aplicando de nuevo medidas extraordinarias y algunas, inéditas.

Durante la última década, en la que la inflación se ha mantenido en niveles mínimos y el coste del dinero ha sido tendente a nulo, las empresas, familias, individuos e incluso gobiernos, han aprovechado, como no podía ser de otra manera, para endeudarse a largo plazo para la adquisición de una vivienda, financiar planes de crecimiento, sus presupuestos públicos, etc. y no solo acudiendo a los bancos, sino a los mercados de capitales, dado que los bancos centrales han estado engordando sus balances con la adquisición de mucha de la deuda pública y corporativa que se emitía, tanto es así, que el balance del BCE supera los 7,7 billones de euros, que se corresponde con 77,7% del PIB de la Eurozona (mientras que en el caso de la FED supone un 36,6%), habiéndose más que triplicado en tamaño desde la GFC.

Ahora con una inflación desbocada en el entorno del 9% y siendo el mandato del BCE, y del resto de bancos centrales, controlar la inflación llevándola a niveles del 2%, se encuentran en una auténtica encrucijada: ¿crecimiento o inflación? ¿estarían dispuestos a provocar una recesión si de esta forma estabilizan la inflación? Pensamos que sí, y, de hecho, entre los analistas no recordamos que haya habido tanto consenso en los últimos años como ahora. Parece evidente que la caída del PIB va a venir ya y la segunda mitad del año se aventura algo complicada. Los problemas de suministro (cuellos de botella) de algunos bienes y servicios aún no se han disipado, el endurecimiento monetario (subidas de tipos y ampliación de diferenciales crediticios, derivando en una menor liquidez), el encarecimiento de las materias primas, las consecuencias negativas de la Covid-19 y además el conflicto bélico en Ucrania, que agrava la situación en Europa por su dependencia energética, sobre todo para Alemania, Italia y Austria…todo ello apunta a decrecimiento. No solo lo descuentan los mercados financieros, sino también economistas, empresarios, familias, una recesión técnica, esperemos que corta en duración y no profunda en intensidad.

Otro escenario bien distinto sería que la inflación se perpetúe en niveles del 5% durante 2-3 años, en cuyo caso la recesión podría ser más duradera e intensa. Esta señalización por parte de los bancos centrales de que harán todo lo que esté de su mano para moderar la inflación, persigue en definitiva moderar la demanda y el consumo, de forma que los agentes económicos controlen el gasto y no alimenten la espiral inflacionista, consiguiendo que el mercado se vaya regulando y los precios bajen progresivamente convergiendo hacia el 2% objetivo. Vemos improbable que esto ocurra dentro de este 2022, pero sí hacia niveles más razonables de cara a 2023.

Ante esta inflación, la gente debe apretarse un poco el cinturón, priorizar gastos (dado que los salarios no crecen al 10%…) y verlas venir. La memoria es corta, pero llevamos más de 30 años con rentabilidades a la baja y condiciones monetarias cada vez más laxas, que también ha propiciado la inflación de activos financieros e inmobiliarios, y por qué no mencionarlo, el consumo de bienes de lujo (con apalancamiento) no acorde a las rentas generadas. Se acabó lo que se daba, se terminó la fiesta. Bienvenidos a esta nueva realidad, a la normalización monetaria.