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El fantasma de la recesión

MUNESH MELWANI,  SOCIO-DIRECTOR GENERAL

01/09/2019

El fantasma de la recesión

Tras casi una década de crecimiento continuado dejando atrás la Gran Crisis Financiera iniciada en 2007, en los últimos tiempos vamos percibiendo varias señales que denotan cuanto menos un escenario de ralentización, que no necesariamente de recesión. Los veranos ya no son tranquilos desde hace unos años y se producen acontecimientos relevantes, generalmente de índole geopolítica, que aportan pistas sobre el panorama económico y financiero venidero.

El rally de los bonos soberanos, el comportamiento sectorial de la renta variable, la inversión de la curva norteamericana, los tipos de interés cada vez más negativos y datos económicos globales tales como los PMIs manufactureros, que se están contrayendo por segundo mes consecutivo, el índice de empleo del PMI que también ha entrado en territorio de contracción y las ventas retail cerca de mínimos de este ciclo, son señales claras de lo que está por venir. Conviene recordar que “los datos cuentan y el mercado descuenta”. Debemos contextualizar todo ello en tres shocks de oferta claramente identificados: (i) la guerra comercial EE.UU.-China, que afecta a las divisas, (ii) la guerra tecnológica entre ambos, (iii) las tensiones EE.UU.-Irán que influyen claramente en la demanda del crudo, teniendo todo un efecto potencial estanflacionario.

En el caso de EE.UU., que sigue siendo la referencia económica mundial aunque su contribución al PIB es cada vez menor dado el protagonismo cada vez mayor de China e India, y otros países emergentes, la inversión empresarial cae desde 2018, la productividad se estanca, se frena el crecimiento de la población por la política migratoria, se incrementan los déficits y con ello la deuda, se pretende estirar el ciclo vía demanda interna sobre la base del peso del consumo en el PIB y para ello es necesario tener tipos bajos, presionar a la Fed y mantener una expansión del crédito a la espera de una depreciación del dólar que consiga que el sector exterior que han destrozado tome el relevo. Estas serían las instrucciones académicas, pero la realidad es otra y el fantasma de la recesión vuelve a sobrevolar EE.UU. y Trump es consciente de que con mayoría demócrata en el Congreso, es complicado aprobar estímulos fiscales; por ello ha centrado sus presiones sobre la Reserva Federal, exigiéndole que baje tipos y deprecie el dólar, acusando a Powell de ser el principal enemigo de EE.UU. En este contexto, los empresarios frenarán sus inversiones, tratando de mantener costes despidiendo trabajadores, elevando el desempleo (en mínimos históricos) y esto generará la caída de la confianza del consumidor.

Las citas del G7 en Biarritz y de los principales banqueros centrales mundiales en Jackson Hole se celebraron el pasado fin de semana como una oportunidad para acercar posturas comerciales y postular acciones coordinadas para evitar o mitigar una recesión global. El resultado no ha sido satisfactorio, con injerencias de los poderes políticos en la necesaria independencia de las autoridades monetarias. Jackson Hole volvía a abrir la puerta a nuevos recortes ya descontados, a pesar de que el FOMC (FED) de julio parecía descartarlos. Mientras, el BCE parece seguir alineado con Sintra y con la expectativa de que no defraudará a los mercados, anunciando y aplicando nuevas medidas. Las próximas citas clave en los mercados serán la reunión de política monetaria del BCE del 12S y el FOMC del 18S.

Otro polvorín que se ha agravado este verano ha sito el Brexit: la amenaza de un divorcio hostil entre Reino Unido y la UE nunca ha sido mayor que en estos momentos. La aparente determinación del premier británico, el euroescéptico y rupturista Boris Johnson, de romper amarras con sus socios comunitarios con o sin acuerdo ha disparado el miedo a las posibles consecuencias de un terremoto económico y político sin precedentes en la Europa moderna.

Desde el punto de vista de la inversión y la gestión de activos, recomendamos cautela: mucha atención a la deuda pública y corporativa, ojo con la liquidez, con los beneficios empresariales, con las recompras de acciones, con las empresas zombis endeudadas mantenidas con tipos cero y cuidado con falso crecimiento. En renta variable hay muchas oportunidades surgidas con las caídas y la volatilidad que ha traído el verano, sino echen un vistazo a las telecomunicaciones, sector financiero y a la energía, en muchos casos, con potencial de revalorización e interesantes dividendos sostenibles. La rotación hacia sectores menos cíclicos y al estilo value, resulta aconsejable. Feliz regreso del verano.